La respuesta de Jesús a esta pregunta de un fariseo maestro de la Ley (Mateo 22,34-40) comienza citando la segunda frase de un texto del Deuteronomio, un libro del Antiguo Testamento cuyo nombre significa "la segunda promulgación de la Ley". Dice así: "Escucha Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor con todo tu corazón, toda tu alma y toda tu mente. Grábate en la mente todo lo que te he dicho y enséñalo continuamente a tus hijos; háblales de ello tanto en tu casa como en el camino, y cuando te acuestes y te levantes. Lleva estos mandamientos atados en tu mano y en tu frente como señales y escríbelos también en los postes y en las puertas de tu casa" (6,4-7).
Los fariseos que rechazaban a Jesús cumplían esto literalmente portando las filacterias, unos pequeñísimos rollos que simbolizaban la Ley. Pero no realizaban su espíritu. Por eso Jesús cita otro texto del Antiguo Testamento, del Levítico, escrito hacia el siglo quinto a.C. por descendientes de Leví que colaboraban en el culto del Templo: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" (19,18). Y concluye con una frase que indica la unión inseparable entre el amor a Dios y el amor al prójimo: "En estos dos mandamientos se basan toda la Ley y los Profetas".
En el contexto de los evangelios, lo novedoso del mensaje de Jesús es aquí lo siguiente:
-Prójimo (próximo, cercano) no es sólo el de la misma raza, nación o condición, sino todo ser humano y especialmente el excluido, el marginado, el oprimido.
-Amar al prójimo como a sí mismo, lo cual corresponde a la Regla de Oro ("Traten a los demás como quieran ser tratados ustedes" -Mateo 7,12-), implica que quien se reconoce hijo de Dios debe reconocer a los demás como sus hermanos.
-Reconocer que Dios nos ama implica amar al otro como Dios nos ha mostrado su amor, al encarnarse haciéndose en Jesús nuestro prójimo (Dios-con-nosotros).Y esto es lo que corresponde precisamente al mandamiento del amor que el propio Jesús nos dejó como su testamento, en el sentido nuevo que quiso darle a la Regla de Oro: "Ámense unos a otros como yo los he amado" (Juan 13,34).
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