Las revueltas de principios de mayo de 1957 que terminaron con el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, por poco y también acaban con la naciente sociedad John Restrepo y Compañía Distribuidora Nacional de Leches, que por esos días había abierto sus puertas en Bolívar con Amador, en el centro de Medellín.
Sin cumplir siquiera una semana de actividades, en un local que arrendó por 120 pesos al mes, las circunstancias no amedrentaron a John Restrepo Álvarez, y en medio de una tensión creciente no dejó de atender al público ni de despachar los pedidos recibidos.
“Con un inquebrantable espíritu de lucha he visto salir a mi padre de las mayores adversidades, haciendo gala incluso de la genialidad de sus apuntes mientras continúa con la cabeza en alto, sin doblegarse ni rendirse. Toda su vida ha sido un gran guerrero”, escribió su hijo Álvaro Restrepo, en el texto que redactó como homenaje y que tituló El mono de los confites, apodo con que se le conoce a quien por años surtió personalmente, y ahora a través de su compañía, a los comerciantes colombianos.
Maestro del comercio
Parte del éxito de la compañía distribuidora y comercializadora más antigua de Colombia, radica en los consejos que semanalmente don John comparte con la fuerza de ventas. “Nunca desista, insista y persista. El cliente puede que le diga más de siete veces que no, pero después... puede que le diga que sí”.
Para Francisco Arbeláez Londoño, quien fuera gerente comercial de la empresa, es admirable como, con apenas tercero de bachillerato, Restrepo se convirtiera en un estratega para negociar “mano a mano” la representación o exclusividad de cualquier producto con empresarios extranjeros o nacionales.
“La formación que dio Guayaquil, en su momento, forjó grandes empresarios y pese a la poca formación académica, el sentido comercial se superdesarrolló”, agrega Arbeláez.
Una apreciación similar del “mono” hizo su amigo Alberto Velásquez Martínez, hace algunos años: “Sin ser economista de academia, su sentido común le hace entender con racionalidad, lo que propone el interlocutor y lo faculta para transmitir con ejemplos sencillos, lo que muchas veces se queda en el concepto abstruso del lenguaje teórico”.
Elvia Luz Lemos, quien por 46 años ha estado en la empresa, señala que “don John es un maestro del comercio. Él se inventó muchos canales de distribución y creó el TAT (tienda a tienda), y su mejor carta de presentación fue decir que cubrimos todo el territorio nacional y llegamos en cualquier medio de transporte”.
Fue el conocimiento del mercado lo que le permitió representar y distribuir marcas de renombre como Ballantine’s, Beefeater, Cinzano, Carnation, Plumrose y Ray O Vac, o que multinacionales como British American Tobacco fletara vuelos chárter para ponerle los pedidos de cigarrillos en Cali.
Puertas abiertas Maruja Torres Valle, otra de la empleadas de confianza de don John desde hace 36 años, atribuye el éxito empresarial a que siempre tuvo las puertas de su oficina abiertas para todos.
En una ocasión llegó un señor a la oficina preguntado por don John y la recepcionista le advierte que hay alguien que viene a ofrecerle unas galletas a lo que él respondió: “yo ya desayuné, pero dígale que entre”.
Sin cita previa, el visitante había llegado de Madrid, Cundinamarca, para presentar unas galletas tipo wafer que fabricaba. Después de probarlas y acordar las condiciones, el producto se vendió por varios años en todo el país.
Otro sello característico de la personalidad de Restrepo fue el respeto por la palabra. Su hijo Álvaro recuerda que en una ocasión le comentó que el valor de una propiedad que estaba vendiendo era superior al pedido, a lo que le respondió: “ya di mi palabra”.
“Es un visionario y un adalid del comercio”, dice Orlando Jiménez López , actual gerente General de la compañía, quien resalta la ilusión y la emoción con que cada mañana llega don John a la oficina.