La reflexión sobre los comentarios del lector José Roberto Góez continúa hoy con algunas consideraciones generales en torno a las encuestas electorales, cuya publicación genera polémica entre la opinión pública, especialmente por las interpretaciones que les dan periodistas y políticos.
Durante el debate proliferan las encuestas políticas. Algunas son bien elaboradas y presentadas, y otras tienen deficiencias. A los periodistas les corresponde conocer los datos clave como el origen; quiénes pagan la investigación; cuál es la motivación; el tamaño de la muestra, método de construcción y si es representativa; el índice de confianza y el margen de error; el método de entrevista y recolección de datos; la ficha técnica; si la entidad ejecutora está registrada en el Consejo Nacional Electoral. Además, es preciso consultar las normas electorales que rigen su publicación.
Una medición bien estructurada es la fotografía de un instante. La opinión vale para ese momento específico. Está claro que los resultados pueden variar de un día para otro. La construcción de la muestra es uno de los puntos fundamentales que garantizan seriedad y rigurosidad. Por esta razón los sondeos on line que hacen algunos medios de comunicación ignoran estos criterios y más bien se parecen a un ejercicio lúdico de interacción de los internautas.
Son vitales los conocimientos básicos que el periodista tenga sobre la ciencia estadística para comprender los términos y para traducirlos al lenguaje periodístico sin distorsión. También para evitar los análisis y comparaciones inadecuados y erróneos.
Con frecuencia vemos que se comparan las encuestas sin tener en cuenta el margen de error en cada una de ellas y sin conocer a ciencia cierta si hay coherencia en el tamaño de la muestra, en las preguntas y en los candidatos expuestos a la consulta. La información elaborada en estas circunstancias tiene graves inconvenientes y por lo tanto desorienta a la opinión pública.
Para estos casos es necesario hacer un estimativo del margen de error y hacer las aclaraciones que correspondan sobre la consistencia del cuestionario.
La intención de voto no puede asumirse como un resultado electoral proyectado al día de los comicios. El resultado corresponde al volumen de opiniones de los encuestados y no al conjunto de todos los electores de una ciudad o departamento, o del país.
Este asunto de las encuestas electorales y de opinión no termina aquí. Recomiendo la lectura de columnas que lo tocan, publicadas los días 26 de febrero de 2007 y 1 y 8 de octubre del mismo año, en este espacio del Defensor del Lector.
*Defensor del lector de EL COLOMBIANO
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