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HISTÓRICO
El periodismo y la memoria
  • Juan José Hoyos | Juan José Hoyos
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Juan José Hoyos | Publicado

¿Para qué sirve el pasado? Me hago esta pregunta después de pasar varias semanas leyendo un arrume de libros sobre la violencia urbana en Colombia. A veces pensamos que el pasado en sí mismo no es nada. No se puede ver, no se puede tocar. Está en nuestra conciencia, si no hemos perdido la memoria. Pero nada más.

Cuando di la vuelta a la última página del último libro, por mi mente desfilaban como si fueran fotografías cientos de caras, de nombres, de momentos. A veces me parecía estar viendo trozos de una película. Me asomé por una ventana y me dije, mirando mi ciudad, como si volviera de una pesadilla y tuviera un océano en mi cabeza: tal vez estamos equivocados. Esta ciudad que veo no es la misma de hace treinta años cuando repasaba cada día, de principio a fin, con mis compañeros de oficio que escribieron muchos de estos libros, el boletín de noticias de la Policía Nacional. Eran cinco o seis hojas mimeografiadas con los nombres de las personas que habían muerto en forma violenta en las últimas veinticuatro horas. Los llamaban poligramas.

Entonces recordé unas palabras que leyó el escritor polaco Leszek Kolakowski en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos el día que le entregaron un premio por su obra. Había recortado el discurso de las páginas de una revista mexicana. Me habían conmovido las palabras sencillas y hondas de Kolakowski. ¿Dónde lo había guardado? Cuando lo hallé debajo de un arrume de papeles, sentí como si en mi cabeza se hubiera encendido una luz. El título del discurso era el mismo de mi pregunta: ¿Para qué sirve el pasado?

Kolakowski contestaba: "El pasado, por definición, es un océano de acontecimientos que alguna vez ocurrieron; y esos acontecimientos o bien han quedado en nuestra memoria, es decir, sólo existen como una parte de nuestra realidad psicológica, o los hemos reconstruido a partir de nuestra experiencia actual, y solo esta experiencia de hoy, nuestra reconstrucción actual del pasado, es lo real, y no el pasado como tal. En otras palabras, el ámbito todo del pasado existe sólo como parte de nuestra conciencia. Pero en nuestra vida diaria lo es todo. Todo nuestro conocimiento del llamado mundo "externo" no es sino una corriente continua, ininterrumpida, de actos a través de la cual lo que era el pasado se convierte en presente. Sí, cabe decir que, lejos de no ser nada, el pasado lo es todo".

Luego decía: "Hay que apropiarse de la historia, con todos sus horrores y sus monstruosidades, y con su belleza y su esplendor, su crueldad y sus persecuciones, y todas las obras magníficas de la mente y la mano humanas; es necesario hacerlo para conocer nuestro lugar en el universo, para saber quiénes somos y cómo debemos proceder".

Me sentí aliviado por sus palabras. Era la víspera del 9 de febrero, la fecha en que se celebra en nuestro país el día del periodista. Mirando los libros que había leído, recordando las historias que contaban mis compañeros, cruzando de un lado a otro los puentes entre el pasado y el presente que ellos me habían tendido, pensé esa noche, antes de dormirme: los periodistas somos trabajadores de la memoria. Y la memoria no es un atributo secundario de nuestra mente. Es nuestra principal cualidad. Perder la memoria es olvidarnos de nosotros mismos. Recordar, y sobre todo recordarnos, es ir tejiendo uno tras otro los hechos que son nuestro pasado. Ellos son los que nos permiten saber lo que somos, construir nuestra identidad. Y la identidad es lo que perdura. Es lo que nos permite darle un significado a lo que recordamos.

Al día siguiente, me levanté pensando en estas cosas porque me habían invitado a conversar con unos estudiantes sobre el periodismo y la memoria. Yo quería hablarles del pasado. Antes de salir de la casa, busqué en la biblioteca un libro de Germán Espinosa. En medio de la noche había recordado unas palabras suyas, hermosas como sus novelas y sus cuentos. Las encontré fácilmente y las apunté en un papelito que guardé en el bolsillo.

Qué tristeza: en el foro hablamos de muchas cosas y se me olvidó leerlas. Por eso las escribo otra vez: "El tiempo pasado contiene nuestras semillas, nuestras raíces, el esplendor de nuestros troncos, lo más vital que poseemos para vivirnos en el presente. En él está lo que realmente somos, brotado de lo que fuimos. En él está nuestra cara, en él nació la materia de los ojos con que miramos en el espejo nuestra cara".

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