Esta semana se conmemoran 13 años de la masacre de El Salado, calificada por el Centro de Memoria Histórica del Departamento para la Prosperidad Social (DPS), como una de las más atroces del conflicto contemporáneo de Colombia.
Fue perpetrada entre el 16 y el 21 de febrero del 2000 por 450 paramilitares, que mataron a 60 personas indefensas.
Tras la masacre toda la población huyó. Hasta hoy solo han retornado unas 1.300 de las 7.000 personas que la habitaban.
La masacre de El Salado hace parte de la más sangrienta escalada de violencia en Colombia entre 1999 y 2001. En ese período en la región de los Montes de María, donde está este corregimiento de El Carmen de Bolívar, hubo 42 masacres con 354 víctimas fatales, según el Centro de Memoria Histórica, que investigó este caso emblemático del conflicto interno colombiano.
La comunidad recuerda con dolor esos hechos sangrientos, que evidenciaron las funestas consecuencias de un pueblo atrapado en la lucha de los armados ilegales por el control de territorios, pero no se quedan en lamentaciones.
Los retornados están comprometidos con la reconstrucción del terruño y esperanzados en los procesos de justicia y reparación de las víctimas.
Como lo dice uno de los promotores más importantes del retorno, Luis Torres: “El Salado dejó de ser un pueblo fantasma, hoy tiene vida”.
Logros
El Salado comenzó a tener vida hace más de 3 años, gracias a más de 60 entidades tanto del sector público como del privado, que se empeñaron en apoyar a los pobladores retornados a reconstruir su pueblo.
El gestor de este proyecto es la Fundación Semana, ejecutor de muchas acciones para sacar a este corregimiento de la pobreza y el abandono.
El Salado tiene ya la Casa del Pueblo, alcantarillado y acueducto, servicio telefónico y eléctrico, cancha múltiple, comedor escolar, viviendas mejoradas y centro para la tercera edad.
Como parte del desarrollo económico, se estableció la Asociación de Jóvenes Apicultores, el Parque Agroecológico Saladero, el Grupo de Mujeres Tejedoras, el proyecto productivo para construir sillas Hamadoras, el proyecto Campesinos con Argos, proyectos productivos agrícolas con el Ministerio de agricultura, restitución de tierras a 62 familias, patios productivos, cultivos de tabaco, tiendas y venta de miel. Todo esto aporta a la generación de ingresos de la comunidad.
Los saladeros tienen un centro de salud y gozan de proyectos de atención psicosocial y seguridad alimentaria.
La educación también es prioridad. El Salado ya tiene una primera promoción de bachilleres, y tiene escuela de primaria dotada con sala de informática, comedor y la sala múltiple para eventos educativos. Además, hay un centro integral para la primera infancia operado por Aeiotú, una empresa social que presta atención integral (educación, nutrición y cuidado) de calidad a los niños del país.
La cultura y el deporte no se quedan atrás. Se fundaron clubes de lectura, escuelas de fútbol y grupos de gaitas, tambores y danza. La Casa de la Cultura tiene una biblioteca con ludoteca, salón de reuniones, sala de sistemas, sala de cine abierto, salón para bailes y paneles solares que suministrarán electricidad.
La seguridad también retornó. El 28 de julio de 2012 se inauguró la estación de policía del corregimiento para la seguridad de todos los pobladores. La Armada Nacional de Colombia, a través de la Infantería de Marina, es la encargada de la seguridad en los alrededores del territorio saladero.
Faltan cosas
La directora de la Fundación Semana, Claudia García Jaramillo, y Luis Torres, líder de la población, coinciden en que falta mucho para la recuperación social y económica de El Salado.
La necesidad más sentida y reclamada es la carretera. De los 19,5 kilómetros que comunicana El Salado con la cabecera de El Carmen de Bolívar, se tienen 5 en placa huella (rieles de concreto para las llantas).
Recientemente, el director del Instituto Nacional de Vías (Invías), Leonidas Narváez Morales, le dijo a la comunidad que gestionará los recursos para que este corregimiento tenga transitabilidad en cualquier época del año.
Además de la vía de acceso, Torres señala otras necesidades como el acceso a la universidad de los bachilleres y el riego para la agricultura.
Según García, nada va a resarcir la desaparición de las personas masacradas, pero hasta ahora El Salado es un ejemplo de reconstrucción.
“Será un modelo de verdad cuando la comunidad pueda tomar las riendas de su desarrollo social, con el soporte siempre necesario del Estado”, comenta García.
Román Torres Redondo, salaero radicado en Cartagena, dice que para que la población retome su senda, también se debe tener en cuenta al 75 por ciento de sus habitantes desplazados, que continúan como diásporas en otras ciudades como la capital de Bolívar, Barranquilla y Sincelejo.
“No podemos seguirviviendo en condiciones de pobreza extrema, invisibilizados por la sociedad y abandonados por parte del Estado”, concluye Torres Redondo.