El Negro se tiene que tragar los insultos cuando le pegan fuerte a su hijo Diego. "Soy el entrenador y el capitán, y no puedo dejar que el entrenamiento se me convierta en una cosa de familia", dice Carlos Andrés Pérez, presidente, técnico, capitán y jugador de fútbol americano, que unió a los Hunters y a su familia en un solo sentimiento.
Carlos Andrés, o simplemente el Negro, es uno de los fundadores del equipo, que ayer jugó la final de la liga colombiana de fútbol americano (Fecofa). Y es el ejemplo perfecto del esfuerzo que ha tenido un club, de 70 chicos, que se ha vuelto una familia. Y el Negro se tomó lo último en serio.
"Además de mis funciones, también tengo a mi hijo entrenando con el equipo, y a mi esposa Evelyn en el elenco de mujeres de flag (modalidad sin contacto). Además de lo bueno de estar en un deporte, me acompañan en una labor que me estaba llevando mucho tiempo, y ahora lo paso en familia", sostiene el hombre que es encargado de entrenar al equipo defensivo, y que también juega como apoyador.
Diego tiene 17 años. También está entrenando, pese a que no pudo participar en el torneo por no estar escrito. Juega como esquinero defensivo bajo las órdenes de su padre. Por su parte, Evelyn hace parte del semillero femenino que pretende hacer un equipo de la modalidad flag, que no involucra choques ni implementos.
Por ahora, Carlos Andrés solo sufre en los entrenamientos. Como su hijo aún no está en los partidos y su esposa no tiene torneo aún, todos los gritos se escuchan en las prácticas. Aunque sabe que no puede decir nada especial. "Uno si sufre, pero me toca tragarme las palabras. Debo exigirle a mi hijo el mismo esfuerzo, la misma entrega. Pero dentro de uno, si hay un sufrimiento de papá. Separar ese sentimiento es muy difícil", explica el Negro, un chico que no ha vivido en Estados Unidos, y que llegó al fútbol americano como el 80 por ciento de los practicantes en Colombia: viéndolo por TV.
"Hoy esto es una realidad. Y más allá de un deporte, los Hunters han entregado un valor social, su existencia ha ayudado a disciplinar a muchos jugadores que han tenido que dejar el licor, el vicio, el cigarrillo y la rumba por hacer parte del equipo", sostiene Daniel Velásquez, el entrenador ofensivo y el otro fundador del club antioqueño.
Ricardo Sanabria es el entrenador de Pumas de Bogotá, el equipo rival de los Hunters. Ricardo, quien juega desde 2005 antes de la llegada de los cascos y las protecciones, sabe que "lo que estamos haciendo es abrir un camino muy complicado, Dentro de la cancha nos queremos ganar y pasar por encima del otro, pero somos una familia y quiero mucho a los antioqueños", añade Sanabria, cabeza de uno de los tres equipos capitalinos.
Para Carlos, el apoyo lo recibe en las mismas líneas de juego, con su familia y su equipo adelante. "Qué más puedo pedirle al fútbol".
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