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Emergencia por una vacuna

Una comisión interdisciplinaria de alto nivel debería abordar, de forma independiente al Gobierno, el análisis del drama en Carmen de Bolívar tras la vacunación contra el Virus del Papiloma Humano.

  • Emergencia por una vacuna | ILUSTRACIÓN ESTEBAN PARÍS
    Emergencia por una vacuna | ILUSTRACIÓN ESTEBAN PARÍS
08 de septiembre de 2014
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Carmen de Bolívar, a pesar de ser la segunda población de Bolívar, es un pueblo muy similar, en las condiciones de vida de sus 100 mil habitantes, a cualquier otro municipio del país.

Sin embargo, el drama que allí viven las familias de unas 300 niñas afectadas tras recibir la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) lo ha convertido en centro de controversia por la falta de claridad sobre el origen de la emergencia.

El hecho de que sea una población costeña, que solemos asociar con el realismo macondiano, llevó al resto del país a pensar, en un principio, que se trataba de algo esotérico o de histeria colectiva. Pero esto no explica por qué el primer día, en marzo, sin que la noticia se hubiese propagado, creando algún efecto de sugestión sicológica, ingresaron al único hospital de la población 26 jovencitas que habían sido vacunadas en la Escuela El Espíritu Santo.

Transcurridos cinco meses no hay una razón científica que pueda explicar la emergencia. El Gobierno, aseguran las familias afectadas, respondió en forma tardía. Y no solo para atender a las niñas y llevar tranquilidad a las familias sino también para explicar qué está pasando.

Una complicación médica inicial evolucionó hasta un estado de estrés colectivo y a un problema de orden público, que por fortuna, hasta ahora no deja víctimas ni en el caso de las niñas afectadas ni en los desórdenes provocados por una población que busca respuestas y soluciones.

No pasa un solo día sin que al hospital no ingrese una o varias niñas que dicen padecer los mismos mareos, calambres en los pies, dolores musculares y malestar general. Incluso, de un grupo de niñas atendidas en Bogotá, ya varias presentan recaídas, con estados de inconsciencia.

Las familias de las niñas afectadas aducen, entre otras razones, que sus hijas no presentaron nunca tales síntomas antes de la aplicación de una vacuna, que se hizo sin el consentimiento de sus padres.

¿Existe un protocolo nacional para la aplicación de esta vacuna? ¿Se respetó ese protocolo para las 3 mil dosis que hasta ahora se han aplicado en Carmen de Bolívar? ¿Por qué el Invima, que avala la vacuna, no se ha pronunciado?

Esto es algo serio y la solución tiene que serlo igualmente, poniendo el caso en manos de científicos, pues no se puede tampoco desacreditar una vacuna que ha sido efectiva para prevenir el cáncer de cuello uterino.

Ante el desconcierto causado por la situación vivida en Carmen de Bolívar, algunos padres en el país es posible que prefieran no permitir que sus hijas reciban nuevas dosis de la vacuna hasta que esté descartado que ella fue la causante de ese drama colectivo.

Al tiempo que se procura restablecer la salud de las niñas, a nivel médico, clínico y sicológico, el Gobierno está en la obligación de dar un parte de tranquilidad a toda la población.

Ante lo que está sucediendo, sería muy importante que pudiera conformarse un grupo interdisciplinario, con los recursos adecuados, pero independiente del Gobierno, para hacer una evaluación clínica, sicológica, toxicológica y neurológica de estos pacientes y darles respuestas a los padres afectados.

Mientras no haya claridad y no se descarte con absoluta certeza que la vacuna no es la causante de las aflicciones sufridas por las adolescentes y si se acrecienta la actual emergencia médica, el Gobierno debería considerar la posibilidad de restringir su aplicación y revisar los protocolos.

El sufrimiento de las niñas y el drama que viven sus familias deben tener respuestas. Hasta ahora no han sido satisfactorias ni tranquilizadoras.
Contraposición

¿SUGESTIÓN?, NI ATRIBUIRLA DE ENTRADA NI AL FINAL DESCARTARLA

Por JORGE MARÍN
Presidente de la Asociación de Toxicología Clínica Colombiana.


En el contexto de lo que les está pasando específicamente a las niñas de Carmen de Bolívar tras el contacto con la vacuna es conveniente aclarar que no hay sustancia o medicamento que sea inocuo. Todos los medicamentos y sustancias, incluida la vacuna, tienen efectos adversos. Sin embargo, en este caso, la vacuna contra el papiloma humano es un producto que según lo reportado en los diferentes estudios realizados para poder aprobar su uso en humanos, los efectos adversos son bajos, pero eso no quiere decir que no se presenten. Y hay algunos casos de mayor gravedad, reportados en la literatura médica.


Una cosa que es siempre conveniente descartar en este caso es una relación directa causal para determinar si específicamente sí fue la vacuna. Es poco probable que tantos pacientes y en diferentes tiempos de aplicación de la vacuna tengan las mismas manifestaciones, pero naturalmente hay que hacer los análisis adecuados para descartarlo.


Hay que mirar también el componente ambiental externo. Mirar si en el ambiente existe una sustancia o algún tipo de producto que pudiese explicar las manifestaciones que han presentado estas pacientes. Hacer un análisis de los casos para determinar que no hayan afectaciones diferentes en cada paciente. Hay manifestaciones de estas pacientes que podrían asociarse a sugestiones, pero este es un diagnóstico de descarte que se toma al final, cuando se haga el estudio y se determine que no hay unas causas biológicas, tóxicas o ambientales que las estén generando.

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