Al aguacero de padre y señor, con granizada e inundaciones, le siguió una lluvia de risas en el Pasaje Carabobo, que se iluminó con el color y la música de la caravana de mimos que desafió el mal tiempo para alegrar a los transeúntes.
Fue una toma sorpresiva de risas y malabares que, al ritmo de tambores y trompetas se irrigó desde la Plaza Cisneros hasta la de Botero, con tres paradas artísticas en el cruce con la Calle 46, otra en la Calle 51 y el remate frente al Museo de Antioquia.
Entre gritos de ¡jeans a 20.000!, ¡correas, correas!, ¡lleve la sombrilla!, ¡mango-mango! y un largo etcétera de productos, la gente aplaudía y gritaba ¡empezó el carnaval!
A diferencia de la gran mayoría, Carlos Andrés Toro había presagiado que algo estaba por pasar. "La instalación de estos parlantes me hizo pensar que habría un concierto. Pero mire qué sorpresa. ¡Esto es hermoso, inesperado pero muy lindo! Mejor dicho, sin palabras", enfatizó este comerciante del almacén Vip Store.
Para Miriam y Vanesa Yepes, que andaban de compras por el Centro, este festival en miniatura las tomó por sorpresa. No tenían ni idea de que el espectáculo hace parte de Mímame, el Festival Internacional de Mimos y Clowns que, en su edición 13, organiza la Corporación Artística La Polilla.
Ellas gozaron de lo lindo al ver cómo los mimos y clowns, de Argentina y Ecuador saludaban a la gente, la sacaban a bailar y la incluían en sus intervenciones artísticas. "Esto está muy lindo y diferente a lo que uno siempre ve. Además, está muy divertido. Es lo que necesitamos", expresó emocionada Miriam.
En ese momento ellas estaban viendo la actuación de Víctor Stivelman, de Ecuador, quien durante 20 minutos captó la atención del público.
La gran locura la produjeron los integrantes del grupo Tres Gatos Locos, que ni son tres ni son gatos pero sí parecen fuera de sí.
Vestidos con trajes femeninos, estos argentinos le ocasionaron sustos a más de un caballero que los creía del otro equipo. Alegres y sorpresivos, posaron al lado de unos agentes de la Policía y al primer descuido agarraron a uno de ellos mientras cruzaban la Calle Colombia.
Por tercer año consecutivo la alegría invadió los espíritus de los antioqueños, explicó Jader Guerra, director de La Polilla. Todavía tenía cara de asustado porque creyó que el aguacero echaría por tierra el programa, "pero gracias a Dios la lluvia no nos derrotó", dijo al ver la feliz reacción del público.
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