En el llano y amplísimo escritorio del coronel Luis Eduardo Martínez Guzmán, comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, descansa un libro a medio leer.
Es "Gomorra", el relato del escritor Roberto Saviano, que descubre las movidas de la mafia napolitana. Droga, venganzas, imperios subrepticios, generaciones de jóvenes condenadas a morir antes de tiempo; una historia que Martínez, confiesa, se puede plegar a su favor para entender lo que pasa aquí, en la "Nápoles antioqueña".
Justo al lado reposa un documento recién llegado. La notificación del Departamento de Estado de los Estados Unidos, que ubica a "Valenciano" al lado de los narcotraficantes que para la Justicia norteamericana valen cinco millones de dólares.
Pero, ¿quién es "Valenciano"? A Martínez no se le desarruga el uniforme cuando dice que es "el delincuente y el narcotraficante más grande que tiene Medellín. Un tipo que ha crecido en ese ambiente criminal y un hombre que ha querido recoger las banderas que dejaron 'señores' como 'Berna'", dice el coronel.
Para la DEA, "Valenciano" es un sujeto que tiene alianzas con bandas mexicanas del talante de "Los Zetas". Un narco como los de Gomorra, que facturó 25 millones de dólares vía Centroamérica, aparte de los cientos de muertos que ha dejado la guerra que decidió librar en Medellín.
Maximiliano Bonilla Orozco nació el 24 de septiembre de 1972. Mide 1.72 metros y pesa algo así como 100 kilos, una contextura que le valió su apodo de "Valenciano", "El Jugador" y "El Marrano". Hay leyendas que se han tejido respecto del padrinazgo que, desde su infancia y juventud, le confirió Diego Fernando Murillo Bejarano, alias "Berna".
En cualquier caso, "Valenciano" se quedó con el negocio y asumió parte de las riendas de la organización criminal a "punta de bala".
Por una acusación proveniente del Distrito Este de Nueva York, Bonilla cobra ahora el mismo orden de importancia de veteranos de la guerra como Guillermo León Sáenz Vargas, alias "Alfonso Cano"; Víctor Julio Suárez Rojas o "Mono Jojoy" y Néstor Ramón Caro Chaparro, alias "Felipe", capturado en Río de Janeiro, Brasil, recientemente.
Narcos que cuesten cinco millones de dólares ha habido muchos. Salomón Camacho Mora cayó el 17 de enero pasado en Venezuela. Ramón Quintero Sanclemente, un viejo capo conocido como "RQ", fue cazado en Ecuador, no hace ni siquiera un mes.
Hombres de esa talla delincuencial no suelen esconderse en Colombia, opina un investigador judicial. "Cinco millones de dólares es una cifra muy tentadora y cualquiera podría delatarlos o traicionarlos", dice.
Una recompensa de tantos ceros a la izquierda, pone a hombres como "Valenciano" en bandeja de plata para inscribirse en lo que la Interpol llama red notice , un documento que permite llevar a cabo capturas en los 188 países que han suscrito el acuerdo.
"En este momento 'Valenciano' no la tiene, pero esta misma semana la tendrá, se lo garantizo", dijo desde Bogotá el coronel Álvaro Pico Malaver, comandante de la Policía Internacional en Colombia.
Pero la lista es mucho más gruesa de lo que cualquiera se imagina. A la fecha, 686 colombianos (17 antioqueños con alerta roja) conforman la famosa lista. Aunque los paisas pueden ser más, pues hay peticiones que no son públicas y gozan de una especie de reserva.
Desde padres de familia que, por inasistencia alimentaria, pueden ser buscados por cielo y tierra, pasando por homicidas, pederastas, ex reinas de belleza emparentadas con la mafia, hasta jefes de bandas criminales y guerrilleros.
Rodrigo Granda Escobar, nacido en Frontino, Antioquia, el 9 de abril de 1949, tiene en su contra tres circulares rojas, emitidas por España, Paraguay y Colombia. La ex reina de belleza Angie Sanclemente Valencia entró al "club" de la red notice el 11 de marzo pasado, con solicitud hecha por Argentina.
Felipe Gómez Hoyos, implicado en la muerte del joven Daniel Sánchez Rivera, a la salida de una discoteca en el barrio Colombia en Medellín, fue anotado este año en la lista azul, una circular que no implica necesariamente captura, sino pedido de ubicación e información.
Los únicos países por donde ciudadanos como Granda, Sanclemente y todos aquellos podrían caminar por las calles, tomarse un café y exhibir sus verdaderas identificaciones a las autoridades sin que sus pulsos se agiten, son Corea del Norte, Micronesia, Islas Salomón, Kiribati, Palaos, Tuvalu y Vanuatu.
Pequeños o grandes "paraísos" hasta donde la Interpol no extiende sus dominios.
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