Los estudiantes de la Institución Educativa Barrio Santa Margarita reciben clase como si estuvieran en un campo de guerra.
Por encima de las instalaciones cruzan las balas de tres combos armados que delinquen en San Cristóbal, en los barrios aledaños de Las Flores, Nuevo Occidente, Las Margaritas, La Aurora, entre otros, que rodean el colegio por todos los costados.
Y, en ocasiones, el plantel se vuelve una trinchera, como ocurrió en mayo pasado, cuando jóvenes violaron las rejas para resguardarse del ataque de sus enemigos.
En lo corrido de este año, 30 estudiantes dejaron los estudios por temor a los problemas de seguridad que se viven en el sector.
Algunos alumnos cuentan que han recibido amenazas por parte de las bandas que se disputan el territorio.
Manuela* asegura que las circunstancias son tan graves, que en varias oportunidades han tenido que dejar de asistir a clases a causa del fuego cruzado.
"Nos dicen que por nuestro bien no deberíamos ir al colegio, porque en cualquier momento empiezan a darse bala entre ellos", afirma Nicolás*, estudiante afectado.
A la comunidad educativa le preocupa la situación que se vive en el barrio desde hace varios meses. Asegura que ha faltado el acompañamiento permanente de las autoridades.
"Nos indigna que mientras se hicieron los Juegos Suramericanos no hubo ni muertos ni enfrentamientos". Esta habitante del sector denuncia que una vez terminó el evento disminuyó la presencia de las autoridades y volvió la violencia.
Las directivas del colegio afirman que los padres de familia ya no quieren dejar que sus hijos vuelvan a clases por el peligro que corren.
Hablan las autoridades
Yesid Vásquez, comandante de la Policía Metropolitana, asegura que no tiene conocimiento sobre este tipo de enfrentamientos, pues la comunidad no ha elevado denuncias al respecto.
Explica que se reunirá con la rectora de la institución para tratar el tema y brindarle seguridad a los alumnos.
El capitán Paulo César Botero Ospina, comandante de la estación de San Cristóbal, se compromete con planes de seguridad a cargo de la Policía de Infancia y Adolescencia.
El origen del problema
Para los habitantes de los sectores aledaños, el problema de violencia comenzó cuando llegaron los vecinos a ocupar la Ciudadela Nuevo Occidente, un ambicioso programa de vivienda de Interés Social de la Alcaldía.
Al complejo urbanístico llegaron pobladores reubicados desde Moravia, Santo Domingo Savio, Vallejuelos y La Iguaná, e implantaron en el nuevo territorio las riñas, venganzas y enemistades.
El problema social tiende a agravarse porque corren rumores de que a la Ciudadela llegarán otros miles desde La Sierra, con sus propios combos y luchas por el dominio territorial.
"Dicen que los nuevos habitantes quieren tomar el control del barrio", afirma un estudiante del colegio.
"Ya los enfrentamientos se convirtieron en paisaje" dice con desconsuelo una líder de la institución.
Por lo pronto, la comunidad espera la pronta acción de las autoridades para que vuelva la paz a la zona.
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