Si en las noches mira el cielo y cuenta cinco estrellas tipo Sol, en una de ellas debe haber un planeta como la Tierra.
Eso al menos desde las estadísticas, pero no está lejos de la realidad según nuevos análisis revelados ayer por científicos de las Universidades de Hawai y California en Berkeley.
Planetas tipo Tierra, no necesariamente habitables que es otra cosa. "Lo que significa es que al mirar miles de estrellas en la noche, la estrella más cercana tipo Sol con un planeta en la zona habitable probablemente no esté más lejos de los 12 años luz", indicó Erik Petigura, graduado en Berkeley y hoy en Hawai.
El residir en zona de habitabilidad, aquella donde las temperaturas permitirían que existiese agua líquida, no obliga a que haya vida porque se deben reunir otras condiciones. Pero las puertas se abren.
Los astrónomos analizaron la información suministrada por el observatorio espacial Kepler, que se averió hace pocos meses, con el cual se lograron descubrir cientos de planetas extrasolares y hay miles más en verificación.
De hecho ayer, en una reunión de astrónomos de todo el mundo en la segunda ronda de análisis de los datos de la misión Kepler, se reportó un listado de 833 nuevos candidatos a exoplanetas.
De ellos, 10 son menores a la Tierra y residen en esa zona de habitabilidad.
En la primera ronda hace dos años se reveló la existencia del primer planeta en esa zona, Kepler-22b y desde entonces se han hallado cuatro más.
Con la revelación la misión primaria del Kepler, entregar información sobre la proporción de soles con planetas potencialmente habitables parece cumplida.
"Hace casi 20 años se descubrió el primer planeta alrededor de una estrella normal. Desde entonces hemos aprendido que la mayoría de las estrellas tienen planetas de algún tamaño y aquellos como la Tierra son relativamente comunes en órbitas muy cercanas, muy calientes para la vida", dijo Andrew Howard, astrónomo del Instituto para la Astronomía en Manoa, Hawai.
Los hallazgos del estudio de Petigura, Howard y Geoffrey Marcy aparecen publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences.
El análisis se completó, además de los datos proporcionados por la misión Kepler, con el espectro de las estrellas gracias al observatorio W. M. Keck.
El número es importante también para la Nasa, porque permite definir mejor los objetivos de próximas misiones espaciales con telescopios cazaplanetas: el tamaño dependerá de la cercanía a la que se hallen planetas tipo Tierra.
Significado
El grupo precisó que un planeta de estos en órbitas como la nuestra no es necesariamente hospitalario para la vida.
"Algunos pueden tener una atmósfera pesada, haciendo muy caliente la superficie para que puedan sobrevivir moléculas como el ADN. Otros pueden tener superficies rocosas que podrían contener agua apropiada para organismos vivos", explicó Marcy.
Nada menos, la semana pasada Howard, Marcy y colegas publicaron el hallazgo de un planeta rocoso, de tamaño muy similar a la Tierra, alrededor de una estrella algo más pequeña que el Sol, pero tan cerca de ella que su temperatura es de unos 2.000 grados Kelvin. Un horno, pero se mostró que de verdad planetas rocosos pueden abundar.
El nuevo análisis de Petigura y colegas no solo se basó en algoritmos que con éxito excluyeron del examen planetas falsos introducidos a propósito como prueba del test, sino que estimó con precisión las zonas habitables alrededor de las estrellas.
La información arrojó que 22 por ciento de todas las estrellas tipo Sol en la galaxia tienen planetas como la Tierra en zona habitable.
Kepler observó solo planetas en tránsito delante de su estrella, en una región pequeña del espacio entre las constelaciones de El Cisne y la Lira. Su foco eran 150.000 estrellas en la Vía Láctea.
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