¿Alguna vez usted escuchó hablar de perros beijineses? Decididamente ¡No! ¿En un restaurante ha oído mencionar el pato a la Beijing? Me lo dudo y mucho.
Pues no, en la mayoría de ocasiones, a no ser de que usted frecuente a amigos chinos o vaya muy a menudo a sus establecimientos de comidas, siempre oyó de perros pekineses y del pato a la Pekín.
Para los de este lado del mundo, la denominación de Beijing, a cambio de Pekín (topónimos), ha saltado a la palestra con inusitada fuerza, por la marcada influencia de los medios de comunicación, ahora que la capital China realizará la edición 29 de los Juegos Olímpicos, a partir de este 8 de agosto.
La confusión para los hispanoparlantes, en esto del nombre adecuado de la Ciudad Prohibida o Capital del Norte, es de vieja data. Tanto la denominación de Beijing como la de Pekín han sido empleadas para llamarla así en diferentes épocas. Entre 1928 y 1949, según Wikipedia, se nombró incluso en chino como Beiping, pero volvió a ser posteriormente Beijing.
Sin embargo, el diccionario de la Real Academia Española, insiste en que el nombre para esta urbe de 17 millones de personas es, en castellano, Pekín.
Y se supone que debe ser así, porque ahora sería bien difícil conseguir perros beijineses, esos que fueran las mascotas adoradas de los emperadores, o tener que pedir el pato a la Beijing, simplemente por seguir la moda olímpica. ¡Déjense de cuentos chinos!