Entre los concesionarios, talleres y distribuidores de repuestos existe una práctica que puede ser una costumbre mercantil, que consiste en que los clientes deben abonarles al menos el 50 por ciento del precio si los repuestos no están en el inventario y son muy costosos o se volverían un ¨hueso¨ si el cliente finalmente no los compra.
Sucede por ejemplo con algunos componentes electrónicos (como los computadores EQ que regulan la inyección de combustible al motor, y los radios de los automóviles de lujo) y con los componentes que se utilizan en la reparación de motores, cajas de velocidad y la trasmisión de los vehículos, cuyo precio tiene seis ceros a la derecha del punto y hay que pedirlos a la fuente.
Algo parecido sucede cuando la reparación de una colisión no está avalada por una compañía de seguros y los repuestos son caros, pues se le pide al propietario un anticipo antes de emprender los trabajos, que cubra al menos el valor de las latas y las farolas.
El común de los clientes entiende que el suministro esté condicionado a que se haga el abono al precio, pero algunos consideran que esta condición riñe con la obligación de los productores de suministrar repuestos para los vehículos durante 10 años, pura y simplemente.
No es una práctica agradable, y a lo mejor la Superintendencia de Industria y Comercio no la aprueba, pero la realidad es que el distribuidor tiene que asegurarse de que no lo van a dejar engrampado con unos repuestos muy costosos o de poca salida, como sucedería si el cliente se retracta del negocio. Vale la pena que la Cámara de Comercio del lugar consulte 5 comerciantes del sector, y certifique que esta es una verdadera costumbre mercantil, dándole valor probatorio y quitándole lo que de pecaminoso tenga.
*Abogado experto en Derecho del Consumidor Automotriz
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