Eran las ocho de la mañana y el rostro sudoroso y rojizo de John Stefan Medina ya daba muestras del esfuerzo. Llevaba una hora de fisioterapia y aún le faltaban dos, tres o más, las que fueran necesarias para cumplir con la primera sesión del día ordenada por los especialistas.
Y es que el joven jugador que el viernes en la noche fue transferido al Monterrey de México no ahorra tiempo ni entrega para recuperarse tras la cirugía que le practicaron con el fin de corregir el retináculo superior de los tendones peroneos en su pie derecho, una lesión poco común en el fútbol.
Pendientes de los movimientos del futbolista de cabellera ensortijada y abundante estaban el médico Hernán Luna, la fisioterapeuta de Marcela Maya y su equipo de rehabilitación, mientras empezaban a llegar otras personas a la sede de Nacional, en Itagüí.
Con música electrónica de fondo, uno que otro intercambio de palabras con los auxiliares y pacientes, y con el televisor sintonizado en el Giro de Italia que mostraba a los colombianos como protagonistas de la contrarreloj del viernes, Medina cumplió otra sesión en la etapa más difícil de su carrera deportiva.
Esa es la rutina que cumple todos los días John Stefan, a la que le suma horas de gimnasio en las tardes para fortalecer su tren superior y las sesiones alternadas en la cámara hiperbárica con la que se busca acelerar la cicatrización. Inclusive los domingos, que supuestamente es para descansar, se lleva tareas para cumplir en su casa.
Disciplina y positivismo
"Me siento súper bien, motivado para mejorar y con ganas de recuperarme pronto al lado de la gente que me está ayudando, y que hace una excelente labor". A sus frases de gratitud, Medina añade que su familia y amigos cercanos lo han fortalecido y contagiado de paciencia.
John Stefan, que el 14 de junio cumplirá 22 años de edad, hace un receso en sus ejercicios y confiesa que el día más crítico fue cuando los médicos le dijeron que lo tenían que operar. Se sorprendió porque no se sentía tan mal, pero es día hizo el duelo y trató de pensar que no había nada más para hacer, simplemente, levantarse al otro día a luchar para recuperarse.
"Había muchos sentimientos encontrados -relata el zaguero-, pues quedaban aplazadas muchas ilusiones que como profesional mantengo intactas. Son cosas que uno no controla. Pero estoy tranquilo, tengo fe y lucho con demasiada humildad".
En la final frente al Junior estuvo en el Atanasio, apoyando a sus compañeros. Y después de sufrir con la dramática definición, se fue satisfecho a su casa "por todo lo que dejaron los muchachos en la cancha" y por la alegría que contagiaba esa masa verde que festejaba el título 14.
"Es un hombre fuerte mentalmente, sabe lo que quiere y para donde va", advierte la psicóloga Erika Cano Gómez.
La familia de Selección
A Medina no le gusta hablar de aspectos personales. Prefiere mantener el bajo perfil y evitar malos entendidos. Como hombre público se protege y protege a su familia, luego de enfrentar con mucha personalidad episodios pasados cuando a un sector de la prensa y de la afición de otras regiones del país se les fue la mano con él cuando fue convocado a la Selección.
A propósito del combinado patrio, cuenta que tras conocerse su lesión todos los jugadores con los que compartió un año lo llamaron a alentarlo. "Estuvieron pendientes de mí en un momento tan difícil, me motivaron y solo me resta desearles éxitos en el Mundial".
Añade que es un gran grupo, "con personas increíbles en el que todos son importantes" y eso lo comprobó con las llamadas y mensajes que lo motivan para no declinar.
"Es gente sincera, con la que compartí el año más importante de mi vida. Un equipo que me aceptó y acogió, y valoro su ayuda".
A la distancia le tocó el desenlace de la Copa Libertadores, pero reconoce también la virtudes de Defensor Sporting. "Quedamos tranquilos porque Nacional lo dio todo, ganó partidos importantes con un gran juego, hizo una gran Copa y dejó en alto a Colombia".
Su paso al Monterrey de México es un hecho, a pesar de estar convaleciente. Al parecer confían mucho en sus capacidades. Ya él pudo cumplir un sueño.
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