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Cúcuta Deportivo sigue sumido en el fondo de la tabla

14 de septiembre de 2008
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Al asunto no hay que darle siquiera un milímetro de vuelta. Lo que el domingo en la tarde sucedió en el estadio General Santander, fue sin duda lo más parecido a una película de espanto. Llena de suma tristeza, zozobra, impotencia, drama, llanto, repudio, desamor, rabia, dolor...
 
En lugar de los tiempos de claridad esos que se esperaba que llegaran para el Cúcuta Deportivo, con la nueva transformación técnica 2008 a la que apeló el rojinegro para salir del último y tenebroso lugar de la tabla, apareció fue el padecimiento elevado al cuadrado. La desesperanza. 
 
Frente a un también colero Deportivo Pereira que lucha por no quemarse en los calderos hirvientes del descenso, y cuyo único fútbol fue el de aguardar al error del rival y esperar a cuenta gotas una certera individualidad de su hábil delantero Carlos Darwin Quintero, el equipo rojinegro lució sin claridad cerebral en el medio para enlazar líneas y generar profundidad, y llegar al gol.
 
Y así ni modo. El resultado: un 2-0 en contra que lo hunde aún más en los sinfines del infierno.   
Pues el prometido cambio táctico que se esperaba llegara tras 15 días de trabajo con el técnico Aníbal El Maño Ruiz, se redujeron en el terreno de juego a una confusa conjugación inicial de atropelladas ganas de ganar, a toda costa, con el corazón, el hígado, la fuerza, pero sin la frialdad de la inteligencia. 
 
Y, claro está, el de un conocido capítulo que pareciera no tener final: el del pésimo momento de los centrales Flavio Córdoba y Pedro Pablo Portocarrero, quienes terminaron por ser los co-creadores de los goles del rival en el segundo tiempo, sentenciados por ese escurridizo puntero Carlos Darwin Quintero, a los 60 y 90.
 
En los primeros 45 minutos, cuando se creía que llegarían la verticalidad, el toque de primera, el pase el vacío, la actitud con alma y corazón tanto en materia colectiva e individual, el sacrificio, juego conjunto y familiar, lo que sin duda arribó fueron dos precisos pases al fondo a Diego Cabrera por derecha, que generaron dos tiros de esquina. 
 
Y de ahí, como sin querer, la generación de un peligroso tiro libre por el costado derecho, que el volante Lin Carlos Henry, de opaca presentación, clavó como maestro al ángulo izquierdo del arco, pero allá apareció como un fantasma el arquero René Higuita y sus 41 años y veteranía futbolística conjugadas y la sacó como el hombre araña.
 
Para el segundo tiempo, aún con aquella esperanza en el corazón de que tras la tempestad siempre viene la calma, nada fue así. Los siete meses de adversos resultados y padecimiento (Apertura, Copa Santander Libertadores e inicio del Finalización) comenzaba a dar fuertes visos de que se postergarían.
 
Cúcuta Deportivo, desde el primer segundo de esa segunda escena, era el fiel reflejo de la primera. Y cuando se creyó que podría llegar la claridad, llegó ese gol a los 15 minutos por un error infantil del central Flavio Córdoba en las 18, por derecha. 
 
Confiado, no protegió el balón, y por detrás le apareció Quintero y se la robó; la cuadró y metió un zapatazo al otro palo del arquero Andrés Saldarriaga. 
 
Tres minutos atrás, el técnico rojinegro Aníbal El Maño Ruiz había apelado a dos cambios. Ingresó a Yamilson Rivera y a James Castro para crear movilidad y también creación medular. Y con apenas 30 segundos en el campo, Rivera contragolpeó solo desde la mitad de la cancha y al llegar cerca de las 18, negó el balón a Matías Urbano y pateó horrible, desviado. 
 
Y después del gol, tan solo una más de propiedad creativa, al minuto 27. Pues en el 24 tuvo un error del arquero Higuita por fuera de las 18 y Matías Urbano y Víctor Urbano se enredaron en medio del desespero de empatar. 
 
Y otra de Higuita en el área de las 18, al minuto 40, que Rivera desaprovechó de media chalaca con el arco solo; en tiempos cuando ya primaba el desespero, y el ole en la tribuna. Y la impotencia furibunda en el técnico, que a los 28 minutos sacó al marcador Óscar Caicedo e ingresó al delantero Sergio Angulo de volante. Pero todo fue igual. 
 
Luego la estocada a los 45 minutos. Error en la raya de las 18 entre Córdoba y Portocarrero, y Carlos Darwin Quintero aprovechó terminó de sembrar el horror.

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