Escuchar las palabras de boca de Gabriel García Márquez es tan apasionante como leerlas en sus novelas, cuentos y reportajes. Mientras uno siente su prosa cálida, su ritmo apacible e hipnótico, entonces entiende dónde está el origen de los encantos de su escritura: es un narrador nato que ha vivido para cumplir un designio modesto y profundo: contar historias.
Ahora, 18 años después del privilegio irrepetible de haber sido su alumno, busco un hisopo que me permita sacar sus lecciones de mi memoria, averiada por la sobrecarga de datos inútiles disparados, sin cesar, por cientos de seres y adminículos incapaces de reemplazar la valía de un gran reportero. La de Gabo, por ejemplo.
Inspirado por sus enseñanzas e historias, en julio de 1995, compuse este inicio de Un Reportaje al Taller de Reportajes de GGM:
El Papa Pablo VI perdió alguna vez un botón de su sotana. Justo ese día Gabriel García Márquez le preguntaba por los diez mil desaparecidos bajo el régimen militar en la Argentina.
Cuando la pieza del traje papal cayó al suelo y produjo un ruido metálico, los dos, Gabo y el Pontífice, tomaron un tiempo para buscar el pequeño disco dorado bajo la monumental mesa de madera que los separaba.
El momento, en parte, sirvió como excusa para escapar a la limitada conversación que fluía debido al pobre italiano de García Márquez y al mal español de Pablo VI.
“Pero lo que más me llamó la atención y que para mí era el comienzo de ese cuento periodístico que nunca escribí -dijo Gabo a los alumnos de su Taller de Reportajes- fue encontrarme agachado, cara a cara, con el Papa, bajo la mesa de uno de los salones de la Santa Sede”.
Retomo estas líneas porque esta semana que comienza se cumple en Medellín la entrega del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo. Y siento que es un motivo de orgullo que nuestra ciudad sea escenario para reunir a decenas de colegas, del país y del mundo, no solo para reconocer la labor aguerrida y creativa de destacados reporteros sino para reflexionar sobre un oficio enfrentado a las incertidumbres y los retos que le imponen las nuevas tecnologías.
Habrá exposiciones y charlas a las que espero asistan los colegas más jóvenes, llamados a recoger las enseñanzas y las banderas del más universal de nuestros escritores, pero también del curtido y brillante periodista que ha sido Gabriel García Márquez.
En Gabo nacen muchas de nuestras inquietudes y respuestas sobre el periodismo y la reportería. Por lo menos, en mi caso, puedo decir que escucharlo durante una semana me ha servido para toda la vida.