Hace algunos meses llegaron al guadual del Club El Rodeo, cientos de garzas de la especie Bubulcus Ibis, conocidas como garcitas bueyeras migratorias de África, y un Ibis Escarlata también llamado corocoro o garza roja, nativo de Sudamérca, que se instalaron en uno de los pulmones verdes de Medellín a formar su colonia.
La presencia de estos nuevos socios del Club, queridos por muchos y mal vistos por otros tantos, son inevitablemente un atractivo más del campo de golf y sus alrededores, que cumple una doble función: embellecer el paisaje con su movimiento y contaminar el lago con sus excrementos.
La garza roja ha sido todo un espectáculo para la gerente del Club y los socios que están de acuerdo con las aves que están de visita.
Por sorpresa, según Laura Agudelo, directora de proyectos de la Sociedad Antioqueña de Ornitología, la Ibis Escarlata, no es una garza ni pertenece a la misma familia de los Bubulcus Ibis. La explicación es sencilla: estas aves tienen un hábitat y una alimentación similar, pero no idéntico.
“Con su aparición me llené de emoción, pero con el tiempo me di cuenta que podía tener problemas con ellas”, cuenta Pilar. Quien como representante del Club, escribió al director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, y habló con Víctor Vélez, encargado de fauna silvestre, para preguntarle qué medidas tomar.
Al ser una zona privada, la Autoridad Ambiental no puede actuar inmediatamente, pero ante la solicitud del Club, envió una carta de recomendación para establecer medidas de manejo y control con el fin de frenar el crecimiento de la población.
“Si a un futuro la especie se llega a convertir en una plaga, nosotros como Autoridad Ambiental, tendríamos que entrar a actuar y a mirar qué control se puede ejercer sobre la misma”, afirma Victor Vélez, biólogo marino especialista en fauna silvestre.
A la gerencia de El Rodeo le dieron las instrucciones de manejo de las aves. Sin embargo, Pilar es una amante de la naturaleza y piensa que Medellín es un hábitat de fauna. Por lo tanto no ha tomado las medidas ni las va a tomar hasta que no vea la necesidad.
“Yo Pilar Velilla, gerente del Club El Rodeo, la única acción que he hecho con estas garzas es llamar al Área Metropolitana para que me diga exactamente qué debo hacer con las garzas. Yo no quiero nada distinto a que la naturaleza obre”, expresa.
El impacto neurológico y digestivo que tienen dichas garzas sobre el ser humano aún se desconoce, pero sí se sabe que sus plumas portan ácaros que pueden generarle reacciones alérgicas. No obstante, es importante tener precaución y controlar la situación, para que estas no vayan a ocasionar enfermedades desconocidas.
Existen varios departamentos en Colombia donde se ha tenido que tomar control a nivel poblacional de la especie, e inclusive llegar a capturar polluelos y llevarlos a vivir a otro lugar. Las Garcitas bueyeras visitaron hace unos años Sierra Blanca, en el municipio de Rionegro, donde se tuvo que manejar la situación y sacarlas de allí.
Laura Agudelo, expone que es una especie exótica que se ha establecido en el país hace 100 años, y a la cual le ha beneficiado mucho la ampliación de la frontera agrícola.
Esta experta propone como medida de precaución, hacer un control de huevos para evitar su reproducción, y un buen manejo de la alimentación para evitar la contaminación del lugar.
“La mayoría de las especies exóticas tienen la característica de ser muy buenas colonizando lugares nuevos y buscando recursos disponibles. Mientras haya suficiente alimento y oferta de hábitat, es un problema difícil de afrontar”, afirma Laura.
Existe un riesgo grande por el peligro aviario, debido a la coincidencia de las aves con el cono de aproximación de los aviones que pasan a pocos metros del guadual.
Dicha inseguridad debería minimizarse con alguna medida de control, sin embargo, ni Luis Carlos Guerra de la Aeronáutica Civil, ni Carlos Julio Cuello el gerente del Aeropuerto Olaya Herrera, dan razón alguna de la situación.
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