Para el ex congresista Jorge Eduardo Géchem la separación de su esposa, algunos meses después de su liberación, no ha sido un obstáculo para que viva la Navidad con la misma alegría e intensidad con la que lo hacía antes de ser plagiado por las Farc, el 20 de febrero de 2002.
Ahora su gran familia se compone de sus hijos, su hermana menor y varios amigos de infancia, quienes no quieren perderse la oportunidad de compartir con el político huilense la primera Navidad desde que salió de cautiverio.
Cada día aparece un nuevo "amigo, conocido o vecino" que quiere invitarlo a rezar la novena, a comer los platillos navideños e incluso que le ofrecen su casa para que pase el 24 y el 31 de diciembre.
Aunque reconoce que extraña las Navidades reunido con toda su familia, asegura que no le hace falta gente para vivir esta época del año.
Nuevamente, luego de seis años de "eternas Nochebuenas en la selva", Jorge Eduardo se encontró con un Pesebre, un árbol de Navidad y la tradicional natilla con galletas que, por el flagelo del secuestro, había olvidado.
Con tono nostálgico recuerda cómo era el fin de año en cautiverio: "Diciembre era un mes que pasaba inadvertido. No queríamos imaginar a nuestras familias celebrando solas en casa (?) En la selva se olvidan las cosas más lindas y representativas de esta época".
En ocasiones ni él, ni ninguno de sus compañeros, se percataban de las celebraciones debido a las largas travesías que debían hacer en el monte, por la presión militar. En otras oportunidades la guerrilla, "en un acto de generosidad", dice el ex parlamentario, se acordaba de darles "vino, chicha fermentada, galletas y hasta lechona".
Los recuerdos no paran de llegar. "Eran momentos donde podía sentir de nuevo el olor de los tamales que preparaba mi madre cuando niño y el sabor de los dulces que se ofrecían en casa".
De la misma forma en que lo ha relatado Íngrid Betancourt en algunas entrevistas, Jorge Eduardo Géchem recuerda que diciembre era la época cuando más enfermedades surgían.
"La tristeza, la melancolía y la profunda depresión por estar lejos de nuestras familias, eran suficientes para que nuestro cuerpo se debilitara aún más y las enfermedades se apoderaran de nosotros".
El simple hecho de saber que se acercaban las festividades, cuenta, era motivo de malestar y profundas ganas de "salir corriendo". Incluso, llegaban a tener sentimientos de "profunda decepción con la vida y falta de motivación espiritual".
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6