El hombre posee una nueva condición: es ciudadano del mundo. En este estadio de la vida ya la definición sobre sí mismo no es gestada simplemente por sus orígenes locales ni por su calidad de miembro de un grupo. La otorga su pertenencia a la comunidad global; a la ciudadanía 'global', esparcida en amplios y diversos campos terrestres.
La persona se sabe invitada a la integración de lo suyo con las aspiraciones y con las preocupaciones universales. Mide ahora su nacionalidad no por medio del límite geográfico sino por medio? del sol: es como si poseyera dos nacionalidades: una macro apellidada HUMANIDAD y otra, la original, la del nacimiento y de la vida cotidiana, derivada de sus entornos y de sus condiciones físicas.
Es función del ser humano la búsqueda de conocimiento. El dinamismo por poseerlo y por hacerlo crecer se integra a un esfuerzo seductor cuando se ha producido la expansión de las fronteras en el mundo globalizado.
¿Cuál saber? ¿Para qué saber? ¿Dónde buscarlo? ¿Qué aporta? Han sido interrogantes permanentes e incitadores en la existencia de quienes son inquietos por el conocimiento. Sus respuestas, extendidas en amplios escenarios, están puestas, hoy al alcance de un 'clic'.
Cuando se acciona el 'clic' en el computador brota una faceta propiamente humana: los aspectos personales que son propios de quien desea estar al tanto del mundo: sueños, intuiciones, perspicacia, olfato de ese 'algo más' que está como escondido detrás de los hechos; surgen, en fin, los anhelos de llegar a elaborar algunas síntesis sobre las verdades.
El hombre es, así, conducido a la comprensión y al juicio crítico de:
* Las formas como los humanos, disímiles como son, han comprendido sus vidas. Sus visiones de persona.
* Las explicaciones dadas por ellos sobre el mundo material que habitan: leyes de la naturaleza, riqueza de la misma, estilos de su utilización. Las llamadas ciencias positivas.
* Las formaciones culturales con las cuales han expresado sus vivencias antropológicas y sociales.
* Las múltiples manifestaciones de sus vínculos o de sus no-vínculos con las divinidades.
* Los complejos tejidos de las relaciones socio-políticas globales, con sus significativas ambivalencias.
* Los estilos de comportamientos éticos y morales apoyados, con frecuencia, en creencias religiosas.
La ciudadanía universal de la cual se hace parte hoy invita entonces a un cierto exilo respecto a conocimientos que sólo responden a formas locales de pensar. La pregunta permanente del forastero ¿dónde estoy? es buena compañera de quien pone como área propia de su curiosidad intelectual los fecundos horizontes globales de los anteriores enunciados.
Convenga una expresión coloquial referida a lo previo: ¿el hombre de Medellín, (para el caso, Medellín es símbolo de ciudades y de regiones) qué? En un lenguaje de antaño la respuesta sería: a él le corresponde simplemente informarse. Bastaría esa respuesta. En un lenguaje actual, de hombre universal, es menester decir: no basta con saberse informado, se debe ser 'formador' sobre lo que paso a paso se va conociendo.
Este carácter 'formador' le requiere actitudes como las siguientes:
Comprender que en su proceso de avanzar en el conocimiento está asociado a 'otros'. ¿A quiénes? A los socios de la red electrónica. A los que ayer eran pobladores de islas y hoy son desconocidos de rostros pero socios en la tarea de enriquecer el saber de los pueblos.
Poseer la audacia y la osadía del navegante para ir tras los faros de la creatividad en respuestas fundamentadas y objetivas. Es la seriedad del conocimiento.
Aceptar que el mundo en el cual está habitando le exige transformar la mirada microscópica que le vinculaba al cotidiano día a día local para dar el paso a un pensamiento significativo por su amplitud de miras.
Consentir que la validez del conocimiento local le será garantizada por la confrontación y por la aplicación que alcance en otros espacios culturales.
Dejar que el socio de los conocimientos no sea el engreimiento por poseerlos sino la conciencia sencilla que brota de saber que ellos son patrimonio de humanidad antes que tesoro del individuo.
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