Durante muchos años, una semana o unos días antes de dar inicio a Colombiatex o Colombiamoda ocurría algún suceso violento en la ciudad o el país que ponía a prueba la capacidad de resiliencia de un equipo de idealistas, que contra viento y marea lograron que los antioqueños y el país soñasen.
Ese grupo lo guiaban Alicia Mejía y Clara Echeverri, que lideradas por Roque Ospina crearon los escenarios adecuados para la inserción del sector fibras, textil, confección, comercialización en el ámbito global. Tengo la fortuna de haber formado parte de ese sueño.
En 1999 la incertidumbre, el pesimismo y la violencia eran rutina, para garantizar que las ferias fuesen eventos serios, internacionales y relevantes, había que hacerlas visibles con figuras de primer nivel y a Alicia Mejía se le ocurrió que el más internacional de los diseñadores latinos podría ser una excelente opción para ello. Gracias a la sinergia de muchos, después de insistir y persistir y aún contra los deseos de Henry Kissinger y de su propia familia, Óscar de la Renta llegó a la ciudad y cada uno de los que tuvimos el privilegio de sentir o vivir su presencia, conocimos un ser humano con una calidad y calidez humanas asombrosas.
Él vino, desfiló, bailó, cantó, vibró y nos encantó, creímos que como cualesquiera de las grandes glorias, su visita era la primera y última y quedaría solo como un buen recuerdo, estábamos equivocados. Regresó con su hija, sus asistentes y su productor. En el 2000 mostró lo que producía en París para la casa de alta costura de Pierre Balmain y qué había aprendido en los años 50 con Balenciaga en Madrid y con Antonio Castillo de Lanvin en París, fuimos testigos de excepción de trajes de belleza y calidad indescriptibles; gracias a esa visita se tejieron lazos de amistad entre el dueño de la casa Balmain y el país, eso nos permitió seguir soñando y producir en 2003 la primera exposición de trajes de alta costura en los museos nacionales; Pierre Balmain: arquitecto de la moda. Como curador de la exhibición viajé a París y durante 10 días tuve el privilegio de investigar en sus archivos y construir una muestra inolvidable que visitó el Museo Nacional y el Museo de Antioquia.
El fatídico 11 de septiembre de 2001 el señor De la Renta debió cancelar su desfile, ahí estábamos presentes. A pesar del inmenso dolor siguió abriéndonos puertas y gracias a una llamada suya pudimos ver en 2002 los vestidos de Badgley Mischka o años más tarde los de su exasistente Brian Reyes, también hizo esfuerzos para que Narciso Rodríguez estuviese por aquí.
El señor De la Renta ayudó como pocos a internacionalizar y a hacer visible el sector de la moda, cuántos mundos abrió y cuántos sueños nos permitió vivir. ¡Gratitud eterna!.
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