El tranvía que enciende sus motores y los "chinches" que pasan colgados. "Nosotros nos pegábamos, arriesgando la vida". Y suelta varias risas.
El tranvía es de las primeras cosas que recuerda Javier Duque Restrepo, un antioqueño que hace 50 años vive en Bogotá. Ha venido unas dos veces, de paso solamente, y por estos días de Bienal anda con la piel de gallina, de tanto recordar y, en palabras de él, de escudriñar Medellín.
Javier tiene 76 años y vino de visita con su esposa, Saturia Corredor de Duque, porque uno de sus hijos es arquitecto y el otro ingeniero civil, y como no pudieron venir, ellos se recorrerán la Bienal para llevarles toda la información que pueda serles de utilidad.
No obstante, la visita ha sido la oportunidad de pasearse por Medellín y encontrarse con unos sentimientos "que no los siente sino el corazón de uno". No en vano se detuvo un buen tiempo en Historias callejeras, la exposición que hace parte de Ciudad Abierta y que, en el marco de la Bienal, realiza el Archivo Histórico de Medellín.
Las fotos grandes, que muestran un lugar en determinado momento de la historia de la ciudad, con una explicación y con otra imagen más pequeña, que le contrasta el estado actual, dejaron fascinado a Javier.
Le señalaba un lugar a su esposa, le contaba sus recuerdos y se detenía juicioso a ver los detalles.
La exposición pretende, explica Diego Velásquez, historiador del Archivo Histórico, hacer evidente esos lugares de la ciudad que cuentan una historia. Calles y carreras que hacen mención a héroes y batallas y que "la gente a veces pasa por allí y no saben qué es".
Eso a propósito del Bicentenario, pero también tienen la intención de hacer un recorrido de cómo eran esas calles y cómo son ahora. Incluso cómo se llamaban antes del cambio independentista.
Y por último, la idea es mostrar, dice Diego, "la belleza de ciertos momentos de la ciudad. Si ves la foto de Junín verás que están pasando múltiples tipos de personas, al tiempo". Y la observación trae señoras elegantísimas, frente a personas con los pies descalzos, al lado de señores de sombrero y chaqueta y vendedores ambulantes. Las fotografías permiten hacerse una idea de lo que era la forma de vida de ese momento.
"No era tan marcada la clase social -recuerda Javier. Todos veníamos hacer mercado a la Plaza de Cisneros".
Una ruta histórica
En la foto, la calle Boyacá, entre Junín y Palacé, en 1876, que es la imagen más vieja que se expone en Historias callejeras. A un lado, mostrando solo una de sus puntas, la Iglesia La Candelaria.
Cada calle, o carrera, tiene sus detalles y su historia completa, con fechas incluidas. Por eso hay que mirarlas despacio y tomarse el tiempo de leer. Luego hay que darle la vuelta a la imagen y encontrarse con lo que, ese mismo punto, es ahora, en una foto tomada hace una semana.
Y como es itinerante, ayer la exposición se vio en Plaza Mayor, pero se irá paseando por diferentes lugares de la ciudad, recordando, dando una completa clase de historia y emocionando a personas, unos para que conozcan, otros para que recuerden, como Javier.
"Guayaquil era impactante. Esos tragamonedas y esa forma de tomar cerveza". Y eso que por fuera se le queda el edificio Coltejer, el Circo España, "mi Carabobo, mi Palacé. Las fotos me impactaron bastante. No me alcanzan tres días para contarles todas las anécdotas".
Pico y Placa Medellín
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