Doña María, que no dice el apellido por estar sonriendo, abre los labios para quedar con su diente de oro en la foto. No habla mucho, y las palabras que pronuncia se quedan a 30 centímetros de ella. Con su camisa de pájaros bordados espera a que el señor que está hablando, el guía que le lleva turistas cada que va a Santiago de Atitlán, le diga que se quite el tocoyal. Ella, que parece de pelo corto, queda con una trenza blanca que le llega hasta los pies y, en la mano, una cinta roja de 22 metros.
"El tocoyal —explica José Mazariegos, el guía—, las hace únicas. Es una especie de sombrero que se hace por cintas, que llega a medir desde seis metros hasta más de 20". Depende de los años de la mujer.
La mujer empieza a enredar la cinta de nuevo, sin mirar. Lo aprendió a hacer desde cuando era niña. El tocoyal es una de las partes de su vestido tradicional. Lo demás, la blusa, que se llama huipil, y el faldón, hecho en telar de pie, le terminan de dar la imagen de una indígena maya.
Guatemala sigue siendo un país indígena. Ellos, incluso, se tienen una frase: "Guatemala, corazón del mundo maya". Un poco más de la mitad de sus habitantes lo son y, por eso, encontrárselos, sobre todo vendiendo sus productos tradicionales, especialmente prendas de sus trajes, es común, más en regiones como Panajachel, donde está Santiago de Atitlán, el pueblo donde vive María y su comunidad, conocida como Zutujil. En Guatemala hay distintas familias de mayas, con su lengua. Hay unas 22, diferentes.
A este pueblo se llega después de atravesar, durante media hora (y viajar tres horas en carro desde Ciudad de Guatemala), el lago Atitlán, uno de los lugares turísticos más importantes del país. "Es el lago más profundo que tenemos —relata José—. Se cree que es de origen volcánico".
La belleza está en su tamaño, 125 kilómetros, y en el paisaje. Desde él se ven tres volcanes. Santiago, San Lucas Tolimán y San Pedro. Además, tiene una leyenda. En la tarde, cuando los vientos sacuden el oleaje desde diferentes lugares, sucede el xocomil (pronuncie la x, como ch). "Cuentan los indígenas que era el momento en que los dioses bajaban a la tierra para purificar el agua, para su uso diario. Atitlán es lugar sobre agua".
Termina el viaje y aparece Santiago, que en maya es Chutinamit, o ciudad sobre cerro o agua. Es para encontrarse con las tradiciones que aún conservan estos indígenas. Está, por ejemplo, Maximon, un personaje al que le hacen todo tipo de peticiones, desde aliviarse de una enfermedad, hasta tener buenas cosechas.
Maximon cambia de casa cada año, en Semana Santa. Estos indígenas también son católicos y combinan sus creencias. La familia que lo recibe deja sus quehaceres durante los 365 días, porque a este personaje de sombrero y bigote hay que darle de beber y fumar las 24 horas. "Nadie sabe a dónde se va el alcohol que le dan". La figura tiene más de 300 años y aunque le prendan y le apaguen el cigarrillo, y las velas estén encendidas frente a él, la madera está intacta. Igual de blanca que la primera vez. No hay explicación, racional.
Más historia
Si la idea es seguir con la historia de los mayas, hay que visitar El Parque Nacional Tikal. Está en el departamento de Petén, a ocho horas en carro de la capital, a una hora en avión. Patrimonio de la humanidad desde 1979, es considerada una de las reservas naturales más importantes del país por las especies de fauna y flora y los vestigios de la civilización maya. Allí están seis grandes templos, construidos durante el clásico tardío (600-900 D.C.), donde los mayas realizaban ceremonias, y pirámides que utilizaban para mediciones astronómicas.
"Todas son de diferentes épocas, porque si bien se utilizaban para ceremonias religiosas, cada gobernante construía su propia estructura", expresa Erdozaín López, el guía.
Son unas tres horas de recorrido, caminando, para ver las estructuras principales. Para recorrer todo el parque se necesitan unas ocho, pero se aconseja hacerlo en varios días.
En el recorrido, de pronto, se encuentra con indígenas mayas, de los de ahora, que han ido a hacer uno de sus ritos tradicionales frente a la pirámide, por ejemplo, o a la gran plaza. A algunas estructuras puede subir, para combinar los años de ellas, con el cielo azul.
Guatemala es un país de distintas miradas. Está el paisaje, están los animales, está la tradición, está la historia. Están los indígenas, con su traje, con sus palabras, tan distintas, tan ajenas al español.
* Invitación Inguat y Copa Airlines.
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