ÍDOLO Y ESTRELLAS. Djokovic conquistó este domingo el torneo abierto de Australia, tras un maratónico partido de seis horas. Messi ganó de forma consecutiva su tercer balón de oro y es aclamado como el mejor jugador de fútbol del momento. El Real Madrid no logra vencer al Barsa, pero tiene la liga prácticamente asegurada. Cada día se elevan trofeos, se rompen marcas y se consagran ídolos como antaño, como en los tiempos de Alfredo Di Stéfano, ¿un ciclista? No. Uno de los cinco mejores jugadores de fútbol del siglo XX, el que hizo famoso al equipo merengue, el de Hugo Sánchez y Raúl, el eterno 7 en la camiseta. O un Ayrton Senna, genio de la velocidad, que logró llevar las carreras de F1 al programa dominical del pueblo, o un Manolete, inmortal figura del toreo. Estos dos últimos murieron en el ejercicio de su profesión, así de honda era su pasión y su entrega. Vivimos engendrando y sepultando a una pléyade de héroes deportivos, sociales y culturales. Cuánta razón tenía el viejo Di Stéfano cuando decía que las auténticas conquistas no están en el número de medallas o de trofeos, sino en los corazones que se conquistan, eso es ser una estrella. Su máxima presea la obtuvo por haber sido fiel a los suyos, y en haber mantenido unida a su familia.
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