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Jersey Boys: la familia es todo

29 de junio de 2014
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La buena música, las biografías y una narración clásica siempre van a ser elementos atractivos para el público y material para una sólida y entrañable película, sobre todo si detrás de ella hay una figura casi infalible como Clint Eastwood.

Con estos elementos el director crea un filme convincente en su relato, emotivo en su historia y encantador para melómanos. La cinta está basada en un musical del mismo nombre sobre la vida y carrera del popular grupo de los 60 The Four Seasons, y en especial de su vocalista Frakie Valli.

En ese sentido tiene la estructura convencional de cualquier biografía cinematográfica, que en este caso es la variante de ascenso - caída - renacimiento. Sin embargo, en este filme la sumatoria de elementos mencionados, más el oficio de Eastwood, hacen la diferencia.

Por eso, a pesar del esquema recurrente, lugares comunes y ciertos personajes estereotipados, todo está concebido y unido orgánicamente con el pulso firme al que nos tiene acostumbrados este director, con la eficacia de las actuaciones, la contundencia en la puesta en escena y ese conocimiento de cómo debe ser la narración en cada pasaje de la película.

Aunque parezca que en primer plano están esos aspectos propios del esquema, esto es, el contrapunto entre el éxito y los problemas del mundo del espectáculo y la vida personal. El relato pone su énfasis en la personalidad de Valli y lo determinante de la procedencia de la banda.

Ese contrapunto siempre está condicionado por la nobleza y hasta ingenuidad del protagonista, así como por la idiosincrasia de unos hombres de procedencia italiana que viven en New Jersey y tienen alguna relación con la mafia.

Entonces la familia está siempre primero. Es por eso una historia de camaradería y estrechos lazos entre los personajes, quienes pasan del barrio a populares programas de la TV. Y el relato se cuida de no ser complaciente con este sueño americano, el cual deja en un segundo plano para concentrarse en los dramas éticos y afectivos.

Para sostener este énfasis en los personajes y sus puntos de vista, Eastwood echa mano de un recurso que estaba sugerido por el musical, y es darle un toque documental o testimonial al relato, por medio del cual cada personaje comenta frente a la cámara su posición acerca de lo que sucede y enriquece la historia.

Si bien parece una película de encargo, porque no tiene ese universo y los temas que han definido el mejor cine de este director, es su estilo sólido, seguro y reposado el que marca la diferencia en una película que pudo haber sido como cualquier otra biografía musical. Es una clase de cine clásico, como todos los filmes de Eastwood, pero también un regalo a los fans de esta banda fundamental de la historia del pop.

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