Un visionario del urbanismo, que profetiza la sencillez y la equidad a la que el futuro irrevocablemente llevará. Ese es Leon Krier (Luxemburgo, 1946), arquitecto y planeador urbano que fue uno de los invitados del Foro Urbano Mundial. Es conocido por proyectos exitosos de urbe equitativa y descentralizada en Ciudad de Guatemala y Poundbury (Inglaterra). El Colombiano lo entrevistó.
¿Cómo decidió que la arquitectura iba a ser su vida?
"Yo quería ser ingeniero, y tengo hermano arquitecto. Quería diseñar aviones, pero descubrí de mi hermano el gusto de concebir edificios y estructuras urbanas. Fuera de esto, crecí en un lugar que es la mejor ilustración de lo que hago: Luxemburgo. Es perfecta, dividida por cañones. Esto hizo que la ciudad tuviera partes definidas. Cada sector es como una isla. Para andar entre estos hay que cruzar puentes. Eso me dio ideas. Toda gran ciudad no tiene que ser una masa homogénea. Puede ser dividida y debe ser dividida. En esos espacios autónomos puede haber incluso agricultura o actividades que abastezcan a cada barrio de la urbe".
¿Qué criterio se necesita para definir esa división?
"El problema con las ciudades actuales es que son muy grandes. Centros urbanos como Medellín, Bogotá o París atrajeron tantas actividades que se expandieron a ritmo frenético y desordenado. Uno se pregunta por qué no hay modelos para distribuir a las personas de una forma armónica y lógica. El futuro impondrá un nuevo modelo de ciudad, porque ahora solo somos capaces de alimentar nuestras urbes con petróleo, con gas. Una vez que los recursos entren en crisis, esos enormes suburbios van a colapsar".
¿Por tanto la energía sostenible será crucial?
"Aún si hubiera recursos ilimitados de energía, las ciudades, en especial las medianas y pequeñas, tendrán que retornar a la agricultura manual, sostenible, algo que se ajusta perfectamente a estas poblaciones. El combustible fósil ha exagerado la fuerza que creemos que tenemos. La inteligencia nuestra no ha mejorado por igual. Me explico; no tenemos el cerebro para no depender de las máquinas, estamos controlados por ellas".
¿Las ciudades de hoy están diseñadas para la maquinaria y no para la vida?
"De algún modo. Porque una vez están instaladas las máquinas, autopistas y fábricas, las ciudades aglomeran más gente. Por ejemplo, yo estuve asesorando junto a otros expertos al entonces presidente francés Francois Mitterand, y la pregunta que se hacía su gabinete era si París debía crecer en otros 3 millones de personas. El economista que participaba de ese comité le dijo a Mitterand que como París era la ciudad francesa que generaba mayor riqueza, por lo tanto debía tener más calles y más gente. Yo respondí que con esa lógica ¿por qué no llevar a toda la población de Francia a París? Es absurdo. Está demostrado que ese concepto es erróneo. París tiene 3 millones de habitantes, la mayoría viviendo en las afueras, apartados en horrendos suburbios. Ese es el problema de la ciudad moderna, esas áreas para las clases populares, es algo que aún ahora le importa a muy pocos. En especial a los políticos".
¿Cuál será el futuro del urbanismo?
"Será el pasado, volver a la época preindustrial. Porque la industrialización la trajo el carbón. Nuestras ciudades heredaron esa época y aún siguen esos sistemas basados en la masificación. Lo que viene es reordenar, porque esos esquemas van a colapsar. En este momento tenemos una distribución desigual en las urbes, y la población mundial es ya muy grande. Hay problemas para suplir de comida y recursos a tanta gente. Es necesario un proyecto científico que determine cómo lograr que las poblaciones superen esa desigualdad y sean mejor distribuidas. Pero toca a la política y es algo de lo que no hablan ellos. Por mucho hablarán de eso cuando haya elecciones (risas)".
¿Cómo cree que el Foro Urbano Mundial pueda aportar a ese futuro?
"Joan Clos (director de ONU-Hábitat), es alguien consciente de todo esto. Está apersonado de esa problemática. Yo no lo sabía. Hubo buenas propuestas e ideas que se hablaron en el Foro. Se le dio mucha importancia a los asuntos de agricultura como soluciones sostenibles para el hábitat. Incluso de casos de desaprovechamiento del espacio por usar cientos de kilómetros para sembrar un solo producto, como en E.U. El futuro exige pequeños cultivos propios y distintos, eso asegurará nuestra supervivencia en los próximos tiempos. Pero la distribución del espacio está impidiéndola. Está muy por encima de la escala humana, dificultando las necesidades de la mayoría".
¿Cree que Medellín puede tener avances al respecto?
"Han instalado sistemas innovadores que debieron haber estado allí hace 30 años. Todas esas personas vinieron a Medellín porque sencillamente eran desplazados o buscaban un lugar para trabajar. Eso por sí solo no los hace felices. A muchos de ellos les gustaría aún cultivar, cosechar. Se necesita una reforma de la tierra, en todo lado, que deje de tener diferencias tan marcadas entre el campo y la ciudad. Asimismo, entre clases. Aquí veo absurdo eso de los "estratos". Eso ya hace una diferencia muy marcada en la ciudad. Por eso sectores como El Poblado, lleno de torres como si fueran castillos, se ven aún lejanos de lo que sucede en barrios pobres. Ese es el reto".
¿Por qué tuvo éxito en la localidad de Poundbury?
"Es un pueblo hecho de otros cuatro más pequeños. Decidimos diseñar una parte nueva cerca a los suburbios, que tuviera su propio centro, autónoma, para ayudarlos. En principio los vecinos de la vieja ciudad no querían vincularse. El entonces alcalde promovió una campaña en contra del proyecto. Dos años después me encontraba tomando fotos y allí lo vi. Le pregunté qué hacía allá, si no le gustaba, con su esposa y la mascota. Dijo "hay muchos problemas". Yo le dije, "si hubiera tantos no estaría sacando a su perro por acá". Su esposa fue la que respondió: "no le ponga cuidado, le encanta este barrio señor Krier". Desde ahí la ciudad vieja se quiso vincular. Pero ya los habitantes del nuevo pueblo no querían unirse (risas). No le hicimos caso a ninguno de los dos bandos, los unimos. En todo caso demostramos que se puede concebir un hábitat colectivo, descentralizado y sin distinciones".
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