El Gobierno de Estados Unidos, la burguesía local y destacados elementos contrarrevolucionarios, sabotean a diario la economía del país, manipulan la información y preparan un golpe de Estado o incluso un magnicidio.
La denuncia no es nueva; después de Cuba, todos los líderes del eje bolivariano la han formulado alguna vez. Pero ahora, tanto Hugo Chávez como Evo Moralesy Rafael Correa la repiten continuamente y al tiempo, a menudo sin importarles la debilidad de las acusaciones.
Los tres dirigentes atraviesan un difícil momento político. El último complot contra el régimen venezolano lo descubrió hace tres semanas el presentador Miguel Pérez Pirela , del oficialista canal VTV, supuestamente oculto entre las respuestas a un crucigrama de inocente apariencia en el diario venezolano Últimas Noticias.
Según su tesis, tres de las más de 40 palabras entrecruzadas componían en realidad un mensaje de invitación al asesinato del hermano mayor del presidente y gobernador del Estado de Barinas, Adán Chávez . "Ráfagas", "Asesinen", "Adán"... Estaba claro, a su juicio.
"Esto huele mal. Hay signos muy fuertes que nos dicen por dónde van los tiros. El que no los quiera ver que no los vea, que se burle, que diga que es paranoia", afirmó Pirela anticipándose a la réplica de la oposición.
Horas después, el diario informó de una visita de agentes de la inteligencia venezolana para recabar datos sobre el autor del crucigrama, Neptalí Segovia. Este optó por acudir a la policía voluntariamente para negar la imputación, que consideró "una tontería encaminada a formar opinión en plena campaña electoral" para las presidenciales del 7 de octubre.
Las revelaciones de hipotéticas conjuras en su contra son un clásico del caudillo venezolano y su gente. Pero su reiteración en los últimos tiempos es ya de preocupar, pues se diría que la CIA se pasa el día diseñando planes antichavistas. Después de apuntar la posibilidad de que su cáncer y el padecido por otros mandatarios latinoamericanos -Lula, Rousseff y Lugo- hubiera sido "inducido" por los servicios de inteligencia de EE. UU., Chávez alertó en abril contra una "conspiración permanente" a cargo de "la derecha, el imperialismo y sus lacayos", ante la perspectiva de su "segura victoria" en las presidenciales.
El líder venezolano anunció en consecuencia la creación de un "comando antigolpe", y amenazó con nacionalizar los bancos y empresas que fueran hallados culpables de participar en las confabulaciones. La oposición respondió afirmando que Chávez no estaba sino preparando el terreno para un "autogolpe" o, en caso de ver muy negro el panorama electoral, para la anulación de los comicios so pretexto de esos pretendidos planes desestabilizadores.
Lo cierto es que la frecuencia de los avisos del mandatario aumenta al mismo tiempo que crece la inquietud y la incertidumbre por su estado de salud y las elecciones se aproximan.
En una línea similar, Evo Morales ha hecho de la teoría de la conspiración su gran coartada y explicación principal de los graves problemas políticos que atraviesa.
Las huelgas de los profesionales sanitarios, los paros generales convocados por los sindicatos, las marchas de los indígenas contra una carretera en medio de un parque nacional..., todo está diseñado para crear inestabilidad y justificar un golpe, según dijo a comienzos de mayo a través de su partido. Según el jefe de los diputados del gubernamental Movimiento al Socialismo, Roberto Rojas , las protestas de hace un mes fueron "un ensayo de golpe de Estado".
El espantajo sigue agitándose estos días en Bolivia con motivo del inicio, la semana pasada, del juicio contra 39 acusados de preparar un golpe hace tres años para matar a Morales y declarar la secesión de la rebelde provincia de Santa Cruz. La defensa y la oposición esgrimen videos y cables de Wikileaks para sostener que todo es un montaje a cargo de agentes del Gobierno.
Por su parte, el ecuatoriano Rafael Correa , que en septiembre del 2010 sufrió una sublevación policial saldada con 9 muertos, ve ahora dos tramas para derrocarlo: un plan golpista a manos de militares retirados y una conspiración orquestada desde los periódicos, que a excepción del oficialista El Telégrafo son, según él, "una porquería". Correa lo dijo al tiempo que rompía un ejemplar de La Hora. Un elocuente gesto.
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