Una de las preguntas más recurrentes de quienes se deciden a emprender o quieren hacerlo es cómo identificar una buena idea.
Blanca Isabel Martínez Peña, docente investigadora del Área Empresarial de la Institución Universitaria Esúmer, considera que es fundamental, ante todo, que el emprendedor tenga actitud de riesgo, de querer aprender y explorar y que tenga tolerancia al fracaso.
Sobre la idea, indica que primero se debe pensar en lo que hay en el territorio y qué se necesita en él, y segundo, en el sector económico: qué tipo de actividad se va a trabajar, que sea un asunto con potencial real de desarrollo. “Hay ideas que se ven muy interesantes, pero que son de bajo consumo”, apunta.
Sugiere mirar hacia dónde se está desarrollando el mercado. En este punto pone como ejemplo que ahora la gente cuenta con información sobre comida sana.
También sostiene que es importante analizar el crecimiento de las poblaciones. Cita el caso de las denominadas tribus urbanas.
Por último, la profesora Blanca indica que es relevante “que el emprendedor tenga el mínimo músculo financiero que le permita sostenerse y persistir”.
Aclara que no siempre una buena idea termina siendo un buen emprendimiento. “Hay ideas maravillosas que no tienen garantizado el consumo o este es a muy largo plazo”.
La visión de un emprendedor
Tomás Posada, gerente y cofundador de La Bonoteca, aplicación para redimir cupones de descuentos comerciales desde el celular, dice que es muy difícil identificar una buena idea de emprendimiento.
“Más que una buena idea, es conceptualizarla para ver tecnológicamente cómo hacerla viable. Cuál es el mercado al que se le va a llegar, tirar cuentas de cuánto se podría facturar”, añade.
“Cuando me surgió la idea de La Bonoteca pensé en una aplicación que se descargara para pagar por ella y vi que no me facturaría nada. Hoy no hemos hecho 100.000 dólares, pero les estoy cobrando a los establecimientos y el modelo es gratis”.
Para este ingeniero mecánico de Eafit, es esencial estudiar al consumidor final, qué tan novedoso es el producto y a qué tipo de mercado pertenece.
Dice que, más que una vitamina, “que si se la toma le va muy bien y si no, puede seguir igual”, hay que pensar en “pegarle” a un dolor de cabeza. Aquí pone como ejemplo a Whatsapp, que resolvió la mensajería gratuita entre teléfonos inteligentes de varias marcas, no usando un código exclusivo sino el número telefónico. “Ideas que resuelven problemas claros”, enfatiza. Por ello, invita a quienes quieren emprender a preguntarse qué problema se solucionará o a crear la necesidad.
“Pero todo en emprendimiento es una apuesta, no quedarse quieto. Una idea puede ser hasta el 5 % de un emprendimiento; el resto es la ejecución. El esfuerzo que se le ponga puede ser más importante que la idea”, concluye.