Quienes lo conocen personalmente, porque este cataquero universal es un niño encerrado en un cuerpo de hombre.
Un niño que se asoma por dos ojos fisgones, que habla con transparencia y dulzura, y trata a todas las personas que se le acercan con una confianza de esas comadres que parecen dueñas del barrio y dejan las puertas de su casa siempre abiertas para todos.
Es dueño de un humor espontáneo y rápido que regala con generosidad. Si bien no es hablador, su conversación es inteligente y llena de anécdotas.
Si alguien se encuentra con él por primera vez, lo hace sentir como si lo conociera desde hace tiempos. Lo trata con familiaridad.
Un día, en el recinto de Santo Domingo, de Cartagena de Indias, durante un Hay Festival, viendo a unos periodistas que lo esperaban detrás de unas de esas barras que ordenan filas en los bancos, por disposición de la organización que impedía la libre circulación de los comunicadores, él, al acercarse a ellos, les dijo: "¿Y a ustedes es que los tienen castigados?". Y se acercó a hablar con ellos de esto y lo otro.
A una chica que lo abordó desde atrás y le dio un beso en la mejilla sin que él pudiera ver quien era, le preguntó: "¿quién besa a traición?" y se deshizo en risas.
Gabo dijo que siempre escribía para que lo quisieran más. Y a fe que lo consiguió. Quienes no lo conocen personalmente, lo quieren por su literatura.
¿Cómo no adorar a quien, parafraseando uno de sus títulos, se alquila para soñar y lo invita a soñar a uno con él? Le da tiquetes en un viaje que va, sin escalas, de la realidad a la ficción, por mundos que bien puede reconocerse como propios y también ajenos.
Porque nos hace quedar bien ante el mundo. Mientras los criminales y los políticos corruptos dejan su firma de sangre y por ella nos reconoce el planeta entero, él, con sus historias mágicas deja una impronta de creación, paz y alegría.
De modo que si en otro suelo nos dicen: "¿usted procede de la Colombia de Pablo Escobar ?", podremos contestar altivos: "No, yo vengo de la Colombia de Gabo".
Posición política
Y a quienes señalan como ambigua su posición política, habría que decirles que es clara: quedó explícita en su discurso de aceptación del Premio Nobel, La Soledad de América Latina, en el que exaltó la identidad latinoamericana y su reino de desmesura, al tiempo que señaló a tantos extranjeros que históricamente nos han esquilmado, como culpables de las incontables guerras civiles.
En el Cataclismo de Damocles, discurso en el que llamó la atención del mundo por el afán destructivo de países industrializados, que mantienen a la raza humana al borde final.
En el informe de la Comisión de Sabios, como se llamó popularmente al grupo de intelectuales que diagnosticaron los males de la educación en Colombia y sugirieron soluciones...
Decía John Updike, "la obra entera de García Márquez contiene una buena cantidad de amor padecido como destino, como posesión demoníaca, como una enfermedad, que una vez contraída, no se cura con facilidad".
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