Tiempos de crisis pueden ser también épocas de oportunidades. Y en el campo de la vivienda hay una conjunción de factores que dan señales claras a las familias de que es un buen momento para adquirir casa propia. Primero, la caída registrada en la industria de la construcción trajo aparejada una disminución en el ritmo de crecimiento en los precios de venta. Y segundo, el sector podría haber tocado fondo e iniciar una recuperación, propiciada por los estímulos del Gobierno para financiar su compra, y una baja en las tasas del Emisor que comenzó a reflejarse en una reducción en los intereses de los créditos hipotecarios.
Es cierto que esta actividad no atraviesa su mejor momento. La construcción de vivienda diferente a la de interés social se redujo en 36,3 por ciento, en el primer trimestre del año, según el Dane. Una cifra que algunos miran como francamente desalentadora, pero otros interpretan como una señal de que el sector tocó fondo y podría comenzar a dar signos de recuperación, como consecuencia del buen respaldo crediticio y el menor costo del dinero. Y el gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, asegura que aún hay margen para nuevas bajas en las tasas de interés.
La Lonja de Propiedad Raíz de Medellín estima que los precios de la vivienda no subirán más del 3 ó 4 por ciento en el Valle de Aburrá este año, lo que se suma a la estabilización observada en los últimos seis meses en los valores. De la burbuja inmobiliaria se pasa a aguas más tranquilas.
Esta favorable proyección económica para los constructores se alimenta también de la expectativa generada entre los compradores por los estímulos oportunos, dispuestos por el Gobierno para entregar, a través de las entidades financieras, 35 mil créditos subsidiados que ya comenzaron a tramitarse. Son 500 mil millones de pesos para beneficiar, principalmente, a la población de menores recursos económicos, pero que alcanzan para cubrir soluciones de clase media y media-alta.
Ya ha habido anuncios importantes de los bancos para ayudar a recuperar el sector de la construcción, con medidas complementarias para preservar esos subsidios, o menores costos del crédito, por cuenta del mismo sector financiero.
Sin embargo, resulta fundamental contar con el aporte que puedan hacer las grandes firmas constructoras, que se sumen a los esfuerzos de las cajas de compensación familiar y del propio gobierno para continuar dinamizando este sector de la economía, fundamental, tanto por razones sociales, en cuanto tiene que ver con la solución del déficit de vivienda, como por razones económicas, como gran generador de mano de obra no calificada, en momentos en que el empleo ha caído un 6 por ciento en el país.
Los gobiernos locales no pueden estar ausentes de este empeño, no solo agilizando la inversión social en vivienda, sino también los trámites relativos al desarrollo urbanístico y las licencias de construcción, para que hacerse a una vivienda propia no sea una carrera de obstáculos, sobre todo a una de aquellas de interés social, hoy prioritarias.
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