Todavía recuerdo aquel día que iba rumbo a mi primer trabajo, muy elegante, estrenando mi primer carro (desde luego usado), cuando súbitamente, en medio de un tráfico pesado y un aguacero torrencial, el auto empezó a "estornudar" y se apagó. Traté, sin éxito, de darle arranque por lo que decidí bajarme y abrir el capó para mirar el motor, porque era lo que veía hacer a quienes se varaban en la calle ... no sé para qué, porque apenas sabía distinguir cuál era la batería y cuáles las llantas.
Con el maquillaje corrido, los zapatos empapados y mojada como un pollo, decidí sacar una herramienta y golpear a la batería ... tampoco sé para qué, pero alguna vez vi a alguien que lo hacía. Fue fatal; el motor quedó muerto. "Qué le pasa?" me preguntó un taxista que se compadeció de mi lamentable situación. Al ver que no podía hablar en mi esfuerzo para no echarme a llorar, me quitó la herramienta y le movió algo al motor. Acto seguido, el carro arrancó. Me explicó que el "???" se había mojado y esto hizo que se detuviera el motor, pero que lo que impedía que arrancara era que con los golpes yo le había desconectado la batería. Se despidió diciéndome: "Señora, la ignorancia es atrevida."
La familia de hoy se mueve en un tráfico muy pesado y bajo el impacto de problemas de toda índole. Lo grave es que a menudo sus conductores, los padres, sabemos manejarla cuando todo marcha bien, pero cuando se presentan "fallas", somos tan ineptos como yo para la mecánica. Las relaciones familiares son un motor mucho más complejo que hay que vivir sincronizando con maestría para que opere bien. Un carro necesita mucho más que aceite y gasolina para andar, y una familia más que casa y comida para marchar bien. Y los niños necesitan bastante más que un buen colegio y hacer deporte para crecer sanos.
Los hijos se están desarrollando en un ambiente social que amenaza su integridad física, su conducta social y su proceder moral, y por lo tanto cualquier deficiencia en las relaciones familiares puede precipitarlos a fallas con consecuencias irreparables. El "motor" de la familia (el matrimonio) se puede recalentar y llegar a "fundir" cuando se le exige más de lo que sus partes están capacitadas para dar y, como consecuencia, todo el sistema se puede lastimar. Pero golpear lo primero que se nos ocurre, sin siquiera saber por qué, lo que logra es empeorarlo.
Hoy más que nunca, formar una familia que transite como toca en una sociedad que no sabe para dónde va, es todo un desafío que exige documentarnos para conocerla y saber qué alternativas tenemos para repararla. Ahora contamos con grandes recursos -libros, videos, conferencias, consejeros- para enriquecerla. Capacitarnos en el tema nos permitirá, así mismo, disfrutar más de los innumerables motivos de satisfacción y alegría que nos ofrece la exquisita experiencia de formar nuestro hogar. Así que la ignorancia ahora no solo es atrevida ... sino también es imperdonable.
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