La canciller y máxima funcionaria del gobierno alemán, Angela Merkel, llamó a Barack Obama a expresar su molestia por lo que considera prácticas de espionaje "totalmente inaceptables", que habrían llevado a interceptar su teléfono personal, de confirmarse los indicios.
A los oídos de Merkel, una de las personas más poderosas de Europa, llegó la información publicada ayer por el diario Der Spiegel, en el sentido de que la NSA estaría espiando su celular.
Fue Steffen Seibert, vocero de la Cancillería, el que mediante comunicado confirmó que el gobierno alemán se suma a las naciones preocupadas por el caso de la NSA, dado que "recibió información de que el teléfono celular de la Canciller podría estar siendo monitoreado por la inteligencia estadounidense".
"Entre amigos cercanos y socios, como lo han sido Alemania y E.U. por décadas, no debería haber esa vigilancia de comunicaciones de una líder de gobierno. Eso sería una grave violación de la confianza. Esas prácticas deberían detenerse de inmediato", añadió de forma tajante.
No pasó mucho tiempo para que los alemanes recibieran respuesta al otro lado del Atlántico. El vocero de la Casa Blanca compareció ante los medios y dijo que "Estados Unidos no está monitoreando ni monitoreará las comunicaciones de la Canciller".
El asunto de la vigilancia masiva de la NSA a políticos y ciudadanos de distintos países alrededor del globo se intensifica cada vez más. A ninguno le cabe dudas de que Alemania es un país clave en la política global. Sin embargo, para muchos expertos la situación aún no amerita para que existan consecuencias diplomáticas en contra de E.U. Todo sigue apuntando al dinero.
Enrique Serrano, experto en política internacional y docente de la Universidad del Rosario, habló con EL COLOMBIANO sobre esto: "Alemania es más cautelosa aún que Francia. Las presiones alrededor de su Asamblea Nacional tienen más que ver con los aspectos económicos. Entonces, si esto tuviera un impacto en la economía alemana es probable que sí habría una respuesta. Pero por ahora el gobierno francés está más indignado, siendo más politizado que el alemán. Seguramente habrán notas de protesta. A ningún estado le gusta darse cuenta de que fue espiado durante largo tiempo".
Serrano indicó cuál puede ser, aunque precaria, la reacción de los países que fueron vigilados: "Todo pasa más por afianzar la seguridad de estado, de manera que hayan nuevos procedimientos para asegurar la información confidencial. Y afuera algún tipo de conversaciones para establecer los límites de este espionaje. Pero nada más", dijo.
Todo esto sigue la línea que recorrió este diario desde el pasado domingo, en un caso de espionaje masivo a nivel global que, como nos corroboró por entonces Beatrice Edwards, abogada de Edward Snowden, involucra 854.000 agentes alrededor del globo y cuenta con un presupuesto de 52,6 mil millones de dólares.
En las ediciones del martes y miércoles, expertos como Emilio Viano y Juan David Escobar, respectivamente, coincidieron en que se trata de una situación que existe desde hace muchos años y es conocida por todos los gobiernos. Sólo que, según los analistas, asistimos a un despliegue de indignación aparente de todos los países para sacarle algún rédito a la situación.
"E.U puede hacerlo porque tiene el dinero y la tecnología para realizarlo. Pero tenemos que admitir que no es el único país que lo hace. Todas las naciones que pueden lo hacen. Infortunadamente, para muchas no hay quien revele lo que está pasando; pensemos en China, pensemos en Rusia. Habrían repercusiones negativas pero es imposible acceder a estas informaciones porque hay mucho control. Así que todos se enfocan sólo en los E.U.", dijo Viano.
Escobar, catedrático de EAFIT, aseveró: "Soy muy escéptico de esa problemática. Es un asunto normal de las relaciones internacionales. Es una ley sagrada: Espiarnos los unos a los otros. Nunca va haber un cambio. Todos los países se espían, unos con más recursos y otros con menos. Lo que hay es un folclor en el que todos saben que se espían. Pero cuando un país pilla al otro, aprovecha y hace un escándalo. Se muestra indignado, pero no va a poner en entredicho los vínculos con E.U. ni van a haber mayores consecuencias".
La pregunta, entonces, es: ¿Será el caso alemán otra ‘pataleta’ (de las ya conocidas a nivel global como las de Brasil, Francia y México, entre otras), contra E.U.? o bien ¿existen posibilidades de que la Unión Europea y otras regiones clave se distancien de la potencia mundial presidida por Obama? La respuesta puede estar a la vuelta de la esquina, en la cumbre de jefes de estado de la UE el jueves, en donde seguro el tema no pasará desapercibido. Pero se podría quedar sólo en palabras.
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