Mientras Íngrid Betancourt ha sido fiel modelo de la mujer que actúa y triunfa en el escenario político -mucho más ahora con motivo de su rescate-, existe en el país otro tipo de mujer que representa una suerte de versión contraria y que de paso cuestiona la idea dominante: me refiero a la pobre presencia de esa misma mujer colombiana en el deporte.
En el reciente seminario "Mujer y deporte", celebrado la semana inmediatamente anterior en Medellín, la Comisión Mujer y Deporte del Comité Olímpico Colombiano presentó algunas cifras alusivas de esa realidad excluyente que padecen las mujeres en el plano deportivo, recreativo y de la actividad física:
- Sólo el 18% de las mujeres participa, respecto del hombre, en el nivel competitivo.
- Apenas un 5% de mujeres ocupa cargos de decisión en el campo deportivo.
- Únicamente el 2% de las mujeres desempeña funciones de juzgamiento.
- El 5% de todos los entrenadores corresponde a mujeres.
Pero al mismo tiempo suceden dos situaciones paradójicas respecto de los datos anteriores: desde el punto de vista de la eficiencia de las mujeres en el ámbito deportivo, éstas superan al hombre entre un 6% y 8%. La expresión máxima de tal actuación la encarnan las tres deportistas que han obtenido tres de las ocho medallas olímpicas alcanzadas hasta ahora por Colombia: Ximena Restrepo, María Isabel Urrutia y María Luisa Calle.
Si llevamos esta realidad al contexto de lo que viene siendo la participación política de la mujer en Colombia, se produce de entrada una especie de desencuentro. Porque al lado de tantas mujeres que ocupan cargos públicos de relevancia, que sobresalen en la academia y en el sector privado, la situación en el espacio del deporte es contraria. Surge el inevitable interrogante: ¿Será que desde las organizaciones de género y desde las instituciones llamadas a abogar por una mayor presencia pública de la mujer, no hay todavía suficiente claridad acerca de la importancia que constituye para el ser humano la actividad deportiva, mucho más si se da en medio de la discriminación y la exclusión?
Valga la oportunidad para dejar en claro que participar en el mundo del deporte ofrece tantas posibilidades formativas de nuevos ciudadanos, como cuando se ejercen cargos de liderazgo y en general que impliquen compromisos y tomas de decisiones. La Comisión Mujer y Deporte -del COC-, deja en claro en sus conclusiones que el deporte ofrece la posibilidad de aprender a jugar limpio, de adquirir confianza, de fomentar la amistad, el respeto, la solidaridad, la tolerancia y avanzar en la superación.
Al lado de la reafirmación de imágenes femeninas como la de Íngrid Betancourt, y de todas aquellas que actúan en el escenario político, está la tarea decisiva de reivindicar a millones de mujeres colombianas, teniendo el deporte como parte esencial de una fórmula que entre todos tenemos que inventar.
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