Lo primero es revisar el uso del lenguaje desde el primer párrafo de su comunicado: habla de "organizaciones armadas ilegales". Ya no apela a esa ráfaga de adjetivos para hablar del enemigo, como solía hacerlo cuando estaba al frente de las Fuerzas Militares: "terroristas, narcobandoleros".
Esta señal nos habla de dos momentos en su lucha contra una subversión que ciertamente se ha degenerado cada vez más en sus métodos (terroristas) y en sus relaciones (con el narcotráfico internacional). Y ello, implícitamente, recoge lo que el presidente Juan Manuel Santos aceptó de manera explícita: que Colombia sufre un conflicto armado interno, entre cuyos actores están las Farc.
No se trata de un signo de debilidad, sino de enviar una señal de que la guerra interna no se gana a fuerza de epítetos y adjetivos. También de que si está sentado a la mesa entiende que es para buscar una solución negociada con un enemigo al que combatió con ferocidad, pero al que ahora, con igual firmeza, mira a los ojos en la mesa para convencerlo de la inutilidad de su violencia.
Para los extremistas más recalcitrantes y ciegos puede haber cierta dosis de claudicación en el comunicado del general Mora. En estas incomprensiones y riesgos propios de los procesos de paz, igual le pasó a Yitzhak Rabin, quien fuera primer ministro de Israel y legendario comandante de su ejército, cuando estrechó la mano de aquel enemigo histórico satanizado que era Yasser Arafat.
Por eso en su mensaje, también desde el principio, el general Mora se solidariza con los soldados y policías que durante 50 años de conflicto han puesto miles de muertos e impedido que los actores armados ilegales tomen el poder de institución o pedazo alguno del territorio nacional. Ahí radica su autoridad: "solo quienes han hecho la guerra, saben el valor incalculable de la paz".
Y es poderosamente llamativo que el general asocie la terminación del conflicto, si prospera una negociación con las Farc, con "fortalecer, reforzar y modernizar nuestro sistema democrático" y con "el bienestar y mejor futuro de todos los colombianos y el fortalecimiento de nuestras instituciones" y nuestra democracia.
La tremenda connotación política de estas palabras que vienen de quien vienen, está atravesada por un parte de responsabilidad sobre las gestiones de unos negociadores que, según lo ratifica el general, no están poniendo en juego ni el modelo democrático ni económico del país. Tampoco la composición o el funcionamiento de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional.
Llama a toda la sociedad colombiana (civil y militar) a confiar en el equipo gubernamental, en Cuba. Él y sus compañeros hacen el mejor esfuerzo por desactivar la violencia de la guerra interna, pero saben que no puede ser a cualquier precio ni sobre un cúmulo de exigencias imposibles de las Farc. Está corriendo la historia de Colombia para reclamarles al general y sus coequiperos si llegasen a cometer errores irreparables.
Él lo sabe y por eso escribió ese mensaje, tan soberano.
UN CALLEJÓN SIN SALIDA QUE HACE DE LOS DIÁLOGOS ALGO TOTALMENTE INÚTIL
Por ALFREDO RANGEL
Senador electo por el Centro Democrático
Fuera de las palabras del general en retiro Moral Rangel, creo que para saber el alcance que pueda tener el tema de las Fuerzas Militares en los diálogos de paz, hay que tener también en cuenta los escritos y documentos de las Farc. Las Farc han insistido en todos sus documentos y en todas las entrevistas que han concedido que si no hay ninguna disminución del presupuesto militar del Estado colombiano, del Ejército Nacional, ninguna disminución del tamaño de las Fuerzas Militares, un cambio en la doctrina militar del Estado y una purga en el interior de las Fuerzas Militares, pues las Farc no van a firmar un acuerdo definitivo de paz. Si así son las cosas, y el Gobierno lo sabe, entonces me parece que estos diálogos son totalmente inútiles y no conducen a ninguna parte.
Entonces el Gobierno Nacional debería aclararle eso al pueblo colombiano. Ahora, si la guerrilla de las Farc ha puesto estos puntos sobre la mesa, quiere decir que son parte de la negociación, y si definitivamente el Gobierno considera que estos temas son intocables y las Farc siguen diciendo que son temas imprescindibles, pues me parece que hay un callejón sin salida que hace que estos diálogos sean, en definitiva, totalmente inútiles.