Hay rituales que pueden ser el último acto antes de un salto mortal. Como los que llevan a cabo los artistas del Circo Ruso cuando van a empezar la función. Se abrazan, chocan los cinco y se dicen palabras que Maxim Drobrovitskiy, su director, no revela. Hacen parte de una tradición circense de más de ocho décadas, que se comunica como si fuera un pacto de sangre.
Y casi que lo es. A 10 metros de altura, en un recorrido que es de seis metros de un extremo al otro, sin ningún tipo de seguridad, los hermanos Nikita y Dimaz Drobrovitskiy, prácticamente dejan su vida en manos -o en las piernas, según de donde se agarren-, del otro. Un salto al vacío.
Es el trapecio volante, uno de los actos principales de Rogoscirk, el Circo Estatal de Rusia, que tiene funciones hoy, mañana y el jueves, en el Pablo Tobón Uribe.
Ya han estado en Colombia. Pero entre 35 artistas que van en la gira, solo 3 habían venido a Suramérica. lo que es garantía de caras y actos nuevos, explica María Teresa Chirino, la empresaria que viaja con el grupo.
Dice que todos "se destacan por su actitud positiva frente a las cosas". De hecho, viajaron por tierra de Bogotá a Medellín, en la noche del domingo, para la última función en el país, y el compromiso por ensayar en un nuevo lugar los hizo estar listos para una jornada extensa.
Cuenta que los artistas entrenan a diario, es un mandamiento casi. Son disciplinados, en especial en su alimentación. Pueden desayunar con una rama de apio, plátano y manzana; o comer pepino, lechuga y tomate, sin tregua, porque las frutas y verduras son clave. Así como las proteínas.
"Comen balanceado, porque necesitan mucha energía", agrega. En especial para los 17 actos acrobáticos en los que se pone a prueba la perfección y la destreza. Equilibrismo, báscula, barra rusa, escalera mortal... en todos hace falta estar con los cinco sentidos.
De la exactitud se precian. María Teresa dice que sus actos son tan famosos que el Circo del Sol ha comprado varios de ellos para los múltiples espectáculos que presenta por todo el mundo.
A pesar de la perfección tampoco les falta la picardía, como sucede en el número de la báscula en que toda una familia, los Aliev, interactúan. El show se lo roba un pequeño de diez años que combina saltos acrobáticos con música y divertidos gestos, que conectan de inmediato con el público. Como también hacen reír los payasos, esos de nariz roja, que le ponen su acento y humor.
"El misterio de una magia inolvidable", dicen en el comunicado al describir al circo. Pero no hay que dejarse confundir con palabras. Es mejor dejarse sorprender con los saltos y acrobacias. Las que han hecho del circo un espectáculo que quiere enseñar a los niños, lo que el tesón puede lograr, remata María Teresa.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
