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La preparación de los médicos

No hay nada más angustiante que una sala de espera en urgencias de un hospital. Por eso, el papel del médico, en su relación con los enfermos o familiares, es vital para sentir un apoyo que, a veces, no tenemos.

  • La preparación de los médicos | Archivo |
    La preparación de los médicos | Archivo |
26 de octubre de 2010
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Indudablemente, en Colombia tenemos no buenos, sino excelentes médicos y clínicas, laboratorios, hospitales etc. Nuestro país es visitado todos los días del año por personas de muchos países del mundo que requieren algún tratamiento médico sencillo o especializado, corto o de largo tiempo. Los galenos, cuentan con equipos de alta tecnología que casi garantiza, junto con su muy bien calificado trabajo, la curación de los pacientes.

Pero debo decir que hay ciertos médicos, algunos, que salen de la universidad sin la preparación suficiente y adecuada para tratar a los pacientes y a sus familiares. Son hoscos, agrios, demasiado serios, secos, ausentes, de respuestas cortantes y poco ilustrativas sobre el estado de salud del paciente, pariente o amigo. Sin desconocer el gran y excelente trabajo que realizan, desde el punto de vista de la ciencia, les falta calidad humana, trato suave con quienes requieren información sobre su pariente o amigo.

Las áreas de cuidados intensivos son especializadas en tratar a enfermos muy delicados, muy graves, casi que en estado terminal algunos. Hay grandes científicos en las unidades de cuidados intensivos, verdaderos "genios de la medicina", "salvadores de vidas humanas" que no tienen nada que envidiarles a médicos del exterior. Son grandes científicos dedicados a un gran trabajo de sanación de enfermos en muy malas condiciones físicas. Pero hay que ver cómo los familiares de esos enfermos esperan horas y horas, en incomodas salas de espera, en una tremenda angustia, por su mejoría, y al preguntarles a los médicos por su estado, apenas quizás dicen "estable"; "estamos trabajando", "vamos a ver qué pasa", "esperemos la evolución", etc. Y una variedad de respuestas que no les aportan felicidad, alegría, esperanza, más bien motivos de preocupación a los interesados.

En la Facultad deberían tener cátedras del tratamiento humano a los pacientes, familiares y amigos de los tratados. Deberían hacerles ver a médicos y enfermeras, algunas de ellas con comportamientos como los arriba anotados, la importancia de darles tranquilidad, o claridad, con o sin esperanza a quienes acompañan y preguntan por sus seres queridos. Entendemos que su trabajo es muy estresante, de mucho compromiso científico con el paciente; con grandes sinsabores cada día, cuando a pesar de sus grandes esfuerzos, varios pacientes fallecen, y ellos no pudieron salvarlos. Claro que entendemos que se les cae la moral. Que el ánimo se baja, que sus esfuerzos diurnos y nocturnos, durante muchos días, semanas y meses se ven frustrados, pero a pesar de ello, deberían ser más humanos, más suaves, más comunicativos, más afables con los interesados, cuando éstos les preguntan por su gente.

Pero claro que no todos los médicos y paramédicos son así. Hay muchos de ellos, que llenan de optimismo moderado, cuando lo pueden hacer, a los interesados. Hay médicos y enfermeras, que entienden el dolor de ellos y con frases claras y optimistas o realistas, les explican la situación real de los pacientes. No dicen mentiras y llenan de fe a los familiares y amigos, pero con su forma de explicar la situación, dan un paliativo, un mensaje que dé esperanza, en la sanación de los enfermos, o claramente, pero en la debida forma, explican sobre la gravedad de los enfermos y sus pocas posibilidades de curarse. Cuando son requeridos por los familiares o amigos, son pacientes, son considerados, tranquilizadores, con palabras de esperanza, informan sobre el estado grave, delicado o de mucho cuidado de los pacientes, pero dejan una luz de esperanza con sus explicaciones o califican de definitiva la situación del enfermo y sus mínimas posibilidades de vida, pero lo dicen de manera humana, con el corazón, con el tacto requerido.

Qué bueno que estos médicos existen, son unos enviados de Dios para procurar sanar los problemas de salud de sus enfermos, y saben que Él es el gran Director de sus determinaciones y acciones médicas con los enfermos. Los otros médicos deberían aprender de éstos, ya que en la universidad no recibieron esas enseñanzas.

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