x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

La vida de Natascha dentro y fuera de la mazmorra

Pasó encerrada en un zulo de Viena ocho años, desde los 10 a los 18, encerrada por un hombre con una vida en apariencia normal. Ahora publica las memorias de ese tiempo.

  • La vida de Natascha dentro y fuera de la mazmorra | Archivo | Intenta implicarse en grupos contra la violencia de género, crear fondos para víctimas de secuestros (quiso ayudar a la otra secuestrada austriaca, Elisabeth Fritzl, en Amstetten) y está interesada en lo que sucede en Ciudad Juárez (México).
    La vida de Natascha dentro y fuera de la mazmorra | Archivo | Intenta implicarse en grupos contra la violencia de género, crear fondos para víctimas de secuestros (quiso ayudar a la otra secuestrada austriaca, Elisabeth Fritzl, en Amstetten) y está interesada en lo que sucede en Ciudad Juárez (México).
05 de febrero de 2011
bookmark

Antes de acudir a la cita con Natascha Kampusch, de 22 años, su asesor nos pide que la llamemos Frau Kampusch (señora Kampusch). Porque ella está cansada de que banalicen su nombre; que se abuse de ese "Natascha" tan familiar y sonoro, como si ella fuera aún el juguete que en verdad fue en manos de Wolfgang Priklopil (1962), el hombre que la secuestró el 2 de marzo de 1998, cuando tenía 10 años, y la mantuvo presa hasta el 23 de agosto de 2006.Ese día, siendo ya mayor de edad, ella reunió la fuerza suficiente para escapar del influjo de aquel al que debía llamar "maestro", al que debía obedecer y servir; un "paranoico de rostro delicado" que la maltrató y la hizo protagonista de una película que solo existía en el "mundo enfermo de su mente". Ese día, abrió la verja de la casa donde estaba encerrada, anduvo los 30 metros que hay hasta la esquina, y corrió pidiendo ayuda. "¡No me pises el césped!", le gritó una vecina desde una ventana antes de llamar a la policía.

Los agentes no daban crédito. Al descubierto quedaba su ineficiencia de años. Y él, el secuestrador, al volar su presa, se quedó perdido: se suicidó arrojándose al tren.

No podía haber mejor argumento para un libro que se ha publicado en otros países (en 30 lenguas). Y ahora, en español, lo edita Aguilar. 3.096 días , lo ha titulado, los mismos que duró su cautiverio.

Frau Kampusch es baja, rellenita, rubia de pelo lacio y ojos claros inquietantes, porque no se posan en el otro.

Luce un vestido rojo escotado y chaqueta de lana, botas y medias negras. Femenina. Prendas hasta hace nada prohibidas para ella cuando, obligada, debía usar los sacos y pantalones del secuestrador; él mismo le compraba lo necesario, hasta las toallas higiénicas, y le cortaba el pelo, porque sí o por castigo? Ahora se arregla, posa como una estrella. Soñaba con ello en su infancia. Una fama triste la de esta austriaca. "Célebre por ser víctima de un delito".

Pensamiento crítico de Frau Kampusch: El interés que se muestra por una víctima es engañoso. Se siente afecto por la víctima solo cuando uno se puede sentir por encima de ella. Ya en la primeras cartas que recibí me llegaron docenas de acosadores, cartas de amor, proposiciones de matrimonio y perversas cartas anónimas. Se negó y se niega a representar ese papel, a llevar un sello en la frente que diga: víctima, niña rota? A producir lástima. No. Natascha es una superviviente. Nada tonta?

¿Cómo es un día normal ahora para ella, exceptuando la promoción del libro? "En terapia", responde, tan bajito que es a veces imposible seguirla. ¿Y va bien? "Bueno, la mayoría de gente se trata por problemas de pareja, con sus padres? Yo puedo acumular 24 distintos". Claro. ¿Cuánto horror pasado queda aún en ella? "Todo". Cientos de efectos colaterales: sueños de la vida fuera que la mantuvieron con vida dentro y pesadillas de dentro que la intranquilizan fuera; claustrofobia, agorafobia, resignación, culpabilidad, ser víctima y creer merecerlo, huellas de la tortura psicológica y física que él le infligió, el miedo a que la abandonara o de volver al mundo real?

Adiós a la familia
No han pagado el rescate, le dijo Priklopil desde el principio. No te quieren, no vienen por ti, solo me tienes a mí?". Una cantinela cruel. Paralizante. Mortal para los débiles, una invitación al suicidio. Ya no tienes familia? Ahora soy yo todo para ti? Me perteneces. Yo te he creado.

Ocho años y medio así. Hasta atreverse a decirle al secuestrador a la cara: "Te estoy agradecida por no haberme matado y por haber cuidado tan bien de mí? pero no me puedes obligar a vivir contigo. O me matas o me dejas libre".

La vivienda con zulo del albañil y exingeniero Priklopil se encuentra en Heinestrasse, 60, en Viena. Chalets vallados con piscina y asadores, casetas de madera para la horticultura y bosque apetecible alrededor.

Cuesta creer que en este entorno alguien pudiera retener a otro ser humano. A una niña. Y nadie se enterara.

¿Que será de esta mansión de los horrores? Se derribará", afirmará ella. Pero no la ha comprado, como dicen, sino que se la "han asignado". Sucedió que tras su "autoliberación" (insiste en el concepto: la policía nunca la encontró), la casa fue asaltada por curiosos: "Todos querían sentir el escalofrío del terror. A mí me parecía horrible que un perverso admirador del secuestrador pudiera adquirirla? Por eso me ocupé de que me fuera adjudicada como indemnización. Así la ha quitado de "la circulación". El taxista turco que nos trae también sabe, mira y opina: "Esta zona es cara". Y crece. Se construye mucho. Enfrente de la casa-prisión hay otra vivienda, moderna, con columpios y pelotas; viven niños felices en este entorno. Y eso era Natascha Kampusch cuando Priklopil la agarró en la calle Melangasse cerca de su escuela, la subió a su furgoneta para apropiársela y la trajo hasta aquí: una muchacha soñadora, aunque insegura, falta de autoestima, hija de padres separados, un panadero juerguista y una costurera que odiaba la sensiblería y no se permitía debilidad alguna. "Los indios no conocen el dolor', era su lema. Mi madre no imaginaba que eso me haría fuerte, me ayudaría a salvar la vida".

¿Cómo cree que pudo él hacer algo así? "Él intentaba vengarse del mundo? No pensó en mí, ni en mi familia, ni en mis compañeros de clase que tendrían miedo durante años?". No sabía pensar en otros. Un asocial. Ella intentaba convencerle del error. Le decía: "No puede ser esto', pero él creía tener derecho sobre mí? Muchos hombres se saben dueños de las mujeres. Y él quería construirse una a su antojo?".

Un animal con princesa en su guarida. Imposible imaginarla allá abajo. 270×180×240 medía el zulo. Once metros cúbicos de aire agobiante.

Dos años estuvo Natascha en la mazmorra sin ver el sol. Luego, atada o vigilada, él la dejó subir a una planta, luego a la otra, luego la llevó a dormir en su cama atada con bridas; luego la dejó salir al jardín? Y cuando ella creció y empezó a acumular coraje, él reforzó sus métodos de acoso mediante torturas y palizas, la dejaba abandonada hasta que ella cedía presa del pánico a morir de hambre en ese agujero. Enterrada viva. "Mi mayor espanto".

Y si su historia dentro es brutal, también lo fue el impacto que causó fuera al escapar. "Los fotógrafos trepaban a los árboles para hacerme la primera foto, apareció mi zulo en los periódicos. La puerta de hormigón estaba abierta. Las pocas pero valiosas pertenencias que tenía, mis diarios y mi par de vestidos aparecieron revueltos sin piedad vi cómo mi pequeña vida privada, tanto tiempo oculta, saltaba a las portadas dos semanas después decidí poner fin a las especulaciones y contar mi historia por mí misma".

Cuatro años ha tardado Natascha Kampusch en poner en papel toda su historia con la ayuda de dos periodistas, Heike Gronemeier y Corinna Milborn. "El libro está sirviendo para que se me entienda mejor", dice.

"Es la historia de una luchadora", opina Milborn. "Nunca dejó de soñar con la libertad". Nunca se abandonó. Los psicólogos que la trataron siempre admiraron su formación: se mantuvo activa en el zulo, nunca perdió la curiosidad, leyó, vio cine, estudió, sabía de política, cultura?

Que tan joven y con su experiencia haya conseguido mantener una actitud tan digna consigo misma. Mantenerse firme a las presiones. Que sepa guardar silencio sobre las humillaciones sufridas. Que este libro cuente tanto sin decirlo. Y queme tanto entre las manos. Porque hay detalles que ella no da. No en el sentido que la gente busca ávida: sexo con el secuestrador.

Y otra omisión: la religión. Apenas habla de Dios. ¿No es religiosa? ¿No necesitó buscar consuelo en su situación? "Uhmm, buena pregunta. No sé si lo soy. Pienso que Dios está siempre conmigo".

Acaba de terminar la escuela y quiere formarse como joyera tras los estudios secundarios. Dice que sí, que recuperó "debidamente" la relación con su familia tras el shock de su reaparición; y que de novios, nada de nada, no le interesan ni el estilo chupasangres Robert Pattinson ni el madurito Clooney, y los interesantes a su edad, "no abundan".

Te puede interesar

¿Buscando trabajo?
Crea y registra tu hoja de vida.

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD