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Lars Von Trier es pura provocación

El cineasta es un experto en provocar, pero también, tiene talento. Nymphomaniac es su más reciente película.

  • Lars Von Trier es pura provocación | Lars Von Trier durante la sesión de fotos de la Berlinale, antes de la rueda de prensa a la que no asistió. FOTO AFP
    Lars Von Trier es pura provocación | Lars Von Trier durante la sesión de fotos de la Berlinale, antes de la rueda de prensa a la que no asistió. FOTO AFP
10 de febrero de 2014
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Lo del nombre empezó como una broma. Nada trascendental. Luego se dio cuenta de que necesitaba uno reconocible y dejó de ser Lars Trier y pasó a ser Lars Von Trier. Además es un homenaje a dos grandes del cine, que él admiraba, Erich von Stroheim y Josef von Sternberg.

Danés, 1956, 57 años. Creció en una comunidad nudista de izquierdas, según se cuenta en Los 10 magníficos, un especial del canal TCM, de hace unos años. No pensaban en una educación tradicional, sino en potenciar cualquier expresión artística. Lars potenció el cine. A los 11 años ya hacía producciones caseras.

No tuvo una vida común. Se dio cuenta, cuando era adulto, que su papá no era su papá, porque su mamá buscó a un hombre con capacidades creativas, porque estaba obsesionada con que su hijo le saliera artista. No se equivocó, salió cineasta.

Desde pequeño, Lars se fue haciendo un nombre en el cine. No solo por talento, sino por polémico y provocador. Iván Darío Hernández, crítico de cine, señala que él es una marca y, como marca, todo debe ser llevado a lo polémico. Es su estilo.

Fuera de Cannes
Lo ha sido, sobre todo, en los últimos tiempos, cuando en 2011 lo expulsaron de Cannes porque al preguntarle por sus raíces alemanas él hizo una broma pesada, que muchos no la tomaron ni como pesada ni como broma. "Soy un nazi". Desde entonces se impuso un silencio que no rompe del todo, todavía.

De Lars Von Trier se esperan cosas y en la Berlinale, el Festival Internacional de Cine de Berlín, al que llevó la versión completa de su nueva película, Nymphomaniac Vol 1, no defraudó.

Apareció a la sesión de fotos con una chaqueta negra que abrió para dejar ver una camisa, también negra, que tenía la Palma de Oro, el logo de los Cannes y, debajo, cinco palabras: Persona no grata. Selección oficial.

Algunos dicen que el cineasta no deja escapar, nunca, una ocasión para la publicidad y la ironía, y ahora es tiempo de promocionar su nueva creación.

"Cada tanto sale con algo así, pero cuando lo expulsaron de Cannes, se le salió de las manos. Él es un provocador profesional. Con eso quiere llevar gente a ver Nymphomaniac. Y no necesita de eso, su cine se defiende por sí solo", explica Juan Carlos González, el también crítico.

Aunque tiene quienes lo defienden, que admiten su talento y sus buenas películas, también hay otros que dicen que se queda solo en provocador e, incluso, farsante. No obstante, tiene sus características interesantes. Es un experimentador de las formas, precisa Juan Carlos, y le gusta mezclar géneros, como en Bailarina en la oscuridad. "Imagínate, un musical triste".

También, por esa melancolía y tristeza. "Es un depresivo exagerado y últimamente ha estado con crisis muy fuertes -dice Iván- y eso se nota en las cintas. Anticristo te deja maluco, con la tristeza hacia el mundo que transmite Von Trier. Le interesan las historias de humanidad cruel, no de crueldad en la humanidad, sino de la humanidad de la vida. Como la desazón de la existencia". Son dramas pesimistas, complementa Juan Carlos, en los que parece desconfiar de la naturaleza humana.

Lo otro importante es que creó junto a Thomas Vinterberg, Dogma 95, un movimiento cinematográfico que buscaba las historias más reales: no admitía género, no podían ser futuristas, ni mostrarse crímenes, ni podían hacerse efectos. Debían ser muy naturales. Los idiotas, recuerda Iván, parecía grabada en Betamax. "Fue una cachetada contra todo el sistema de Hollywood y de cine, que embellecía la película. Aquí la volvían más fea, más tal cuál".

Un movimiento fugaz, opina Juan Carlos, pero que, por lo menos, brindó la ilusión de una vanguardia de los años 90. En el especial de TCM cuentan que es uno de los pocos que "puede presumir de haber puesto las bases de un subgénero, para luego romperlas impunemente".

Es un hombre imprevisible, de historias poco convencionales, de fobias, obsesiones, de melancolías. Es un hombre capaz de llevar una camiseta negra, no hablar y, sin embargo, hacer que al otro día todos estén comentando de él.

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