Aunque no fue un año de sonoros golpes contra la guerrilla de las Farc, como los que se registraron el año pasado, con la Operación Jaque o el ataque al campamento donde fue muerto "Raúl Reyes", las Fuerzas Militares no han cesado en su empeño de derrotar a la insurgencia por la vía militar y acrecentaron sus operaciones en una zona clave: la Cordillera Central.
Ese enclave, donde históricamente las Farc se han replegado, es hoy el escenario de las operaciones militares, tanto que el presidente Álvaro Uribe ordenó el traslado de la sede administrativa de la III Brigada, de Cali a Popayán, para tener un mayor control del área y eso, es ni más ni menos, la posibilidad de contar con una logística militar integrada por 12 batallones.
Esa presencia militar, sin embargo, ha provocado ataques aislados de las Farc en municipios de Cauca y Nariño. En Toribío, nueve militares fueron sorprendidos por una acción terrorista, mientras que en Barbacoas, la guerrilla arremetió contra la población civil e incendió un bus, dejando como resultado la muerte de seis personas, entre ellas dos menores de edad. Preocupa que toda esta ofensiva tenga efectos devastadores sobre la población civil en esas regiones, que podrían desencadenar una crisis humanitaria, por lo que el Gobierno debe acompañar la acción militar, con una intervención social.
Las Fuerzas Militares se han mostrado optimistas frente a lo que puede estar ocurriendo al interior de la guerrilla, más allá del cerco militar, debido a la permanente salida de combatientes por el programa de desmovilización y por la cantidad de cabecillas capturados.
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