Saliendo de Cartagena, por la costa hacia el sur, a solo dos horas en lancha rápida, antes de llegar al Golfo de Morrosquillo, cuyo nombre me fascina pronunciar, se encuentran diez islas casi planas, cubiertas de palmeras y mangle, que forman el archipiélago de San Bernardo, al frente de la extensa playa de Balsillas.
En esta hermosa playa nos alojamos antes de comenzar la exploración de las islas. Aquí, la especialidad es sancocho de sábalo. Este pescado, de cuyas enormes escamas se hacen collares, tiene una suave carne que preparada en un buen caldo, con yuca, plátano verde y lo que en cada casa acostumbren echarle para fortalecer su sabor, es algo para resucitar almas. Por estos lados se come bien, las gentes de Sucre son orgullosas de su sazón y se dan gusto con la frescura de los productos de mar y tierra que aquí se obtienen, bagre, róbalo, sábalo, pargo, langostas, calamares, cangrejos, y una excelente carne.
En la mañana, después de unas "arepéuevo" y queso momposino, el mejor que he comido, salimos a conocer a Santa Cruz del Islote. Dicen que este islote artificial es el más poblado del Caribe. Viven aquí aglomeradas 1.200 personas y varias docenas de gallos; casi no cabe la gente, sin embargo, sí caben dos galleras. Según oímos, vienen competidores de todo el litoral a sus fiestas en noviembre.
En una casucha que olía a coco y panela encontré varias mujeres cuidando un bebé que dormía sobre el piso de tierra. Una de ellas preparaba cocadas de corozo. ¿Cómo se llama el chiquito? pregunté - Santiago- ¿Y, de quién es? todas miraron a la niña que miraba hacia el mar, tendría unos 13 años. No pregunté más, así se vive en esta isla.
Pasamos luego a la isla de Tintipan, mucho más grande y casi despoblada. Tiene fama de estar habitada por los zancudos más abundantes y agresivos de la zona. A cierta distancia de la isla nos botamos al mar. En aguas cristalinas, sobre arena blanca, encontramos un jardín de estrellas marinas. Conté varias docenas de ellas. A poca distancia en la isla Múcura está el Hotel Punta Faro, su propietario, un antioqueño, nos paseó por sus hermosas instalaciones. Sus clientes principales son europeos, enamorados de este archipiélago.
Al final de la tarde, en pleno atardecer arrebolado, paramos en la isla Cabruna, "la isla de los pájaros", a observar la llegada de cientos de bandadas de garzas blancas, ibis rosadas, cormoranes y pelícanos. Vienen a pasar la noche sobre los manglares que forman la isla.
¡Qué joyas son estas islas y estas playas! ¿Cómo protegerlas? El desarrollo desordenado e incontrolable está acabando con los manglares, ya han taponado varias ciénagas. Se necesita gobierno y participación ciudadana.
Hay que defender esta belleza, es nuestro patrimonio, por Santiago, su madre, la niña de 13 años, y todos los colombianos.
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