Como un imán, la Red de Escuelas de Música atrae a músicos profesionales de todas la latitudes. Vienen a compartir conocimientos, pero terminan agradeciéndoles a los jóvenes músicos.
“La actitud de ellos es brillante, ellos nos inspiran”, asegura Juan Miguel Hernández, intérprete canadiense de la viola.
Juan Miguel habla desde un bello rincón de Santa Elena, sitio de concentración y estudio de los músicos que desde el pasado sábado hacen parte de la tercera edición de Festicámara.
Retirados del afán y los ruidos de la ciudad, un ejército musical de flautistas, violonchelistas, fagotistas y oboístas se preparan para una de las citas más importantes en la agenda de la Red.
“Para mí es como estar en vacaciones”, comenta el reconocido violinista y director de orquesta Scott Yoo. Aclara el director artístico de Festicámara que el aire puro, el lago y el bosque que por estos días lo rodean le hacen pensar que sus días de descanso llegaron; sin embargo, el trabajo con los jóvenes es intenso.
Cinco conciertos gratuitos, que irán hasta el próximo primero de abril, mantienen los ensayos a toda marcha. En la mañana, los sonidos que se escapan del hotel en el que se hospedan más de 20 músicos dan cuenta de la disciplina con la que profesionales y estudiantes se toman el festival.
Por lo menos dos ensayos grupales más los individuales rompen el silencio natural de Piedras Blancas. “Esta experiencia es inolvidable. Y lo que les tenemos preparado es único”, adelanta Andrés Gaviria, contrabajista de 19 años de la Red.
La cara artística
Para Gaviria y Cristian Jaramillo, otro de los contrabajistas de la Orquesta, el nivel de exigencia de las obras que regalarán a la ciudad es alto.
Recuerda Jaramillo, apenas un año mayor que Andrés, que desde pequeño se interesó por el instrumento más grande y pesado. Creció escuchando a Mozart, y a los ocho años ya tenía un violín entre la quijada y el hombro. “Yo quiero tocar el grandote”, le repetía constantemente a su mamá.
Aprovechando unos dedos largos, unas manos fuertes, Cristian se hizo contrabajista y hoy estudia la carrera especializada en el instrumento que imparte la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia.
“Estamos demostrando que Medellín es la ciudad que todos miran, que hay talento para sacar, que hay garra en lo musical y la cultura”, dice.
Sonidos con sentido
Pensar que la música puede tocar de una manera positiva la vida de cientos de jóvenes es la motivación principal para músicos profesionales, aclamados en el mundo entero, como Juan Miguel Hernández y Scott Yoo, para quien no hay en el mundo festival como Festicámara que propicie un encuentro tan cercano entre jóvenes y grandes nombres de la música.
Juan Miguel afirma que por experiencias como esta decidió renunciar a una vida de conciertos alrededor del mundo. Ahora dice que su corazón y su oído está en la fundación que acaba de crear, con la cual espera propiciar encuentros como el Festicámara. Por su parte, el maestro Yoo conoció la Red tres años atrás y sintió que estaba haciendo un cambio con su música. “Me impresionó el hambre de estos niños por mejorar”, asegura Yoo, quien desde entonces ha tenido un contacto cercano con la Red y sus integrantes. Violines, flautas y clarinetes se han quedado sonando en Medellín gracias a sus donaciones. Él dice que esto no es suficiente. Se ha trazado como misión recaudar US$25 millones para comprar instrumentos. “Si podemos darles sus propios instrumentos, unos que puedan llevarse a casa para practicar y hacer el trabajo, no habría límite”, concluye Yoo.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
