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Las reliquias son el testimonio de la vida santa, dignas de veneración

De la costilla falsa salieron las reliquias de primer grado de Santa Laura. Un pequeño pedazo de esta se le entregó hoy al Papa.

  • Las reliquias son el testimonio de la vida santa, dignas de veneración | El cuarto de la madre Laura, en Belencito, es uno de los sitios de veneración del Santuario de la primera santa colombiana. FOTOS MANUEL SALDARRIAGA
    Las reliquias son el testimonio de la vida santa, dignas de veneración | El cuarto de la madre Laura, en Belencito, es uno de los sitios de veneración del Santuario de la primera santa colombiana. FOTOS MANUEL SALDARRIAGA
11 de mayo de 2013
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El cuerpo humano entero o cada una de las partes en que se haya dividido, aunque sean muy pequeñas, se considera una reliquia cristiana. Las reliquias también designan a los ropajes y objetos que pudieran haber pertenecido al santo en cuestión o haber estado en contacto con él, considerados dignos de veneración.

Este culto se remonta a los primeros siglos del Cristianismo, cuando a raíz de las persecuciones comenzaron a conservarse y a tenerse en gran estima los objetos relacionados con los que habían muerto por la fe.

Los primeros restos recogidos de los que se tiene noticia fueron los de San Esteban (primer mártir de la Iglesia Católica), y de ellos se conservan bastantes documentos.

Sería el Papa San Félix I quien promulgara, en el año 269, una ley para asegurar esta costumbre. Tiempo después, en la segunda mitad del siglo IV, empezaría la práctica de fragmentar los cuerpos de los santos para repartirlos no solo en lugares sagrados, sino en casas de grandes coleccionistas.

Hoy, las reliquias solo se pueden conservar en El Vaticano y en aquellos templos donde puedan ser objeto de culto público. Esto es lo que ya sucede con las reliquias de la Madre Laura.

Según explica la Hermana Ayda Orobio Granja, madre Superiora de las Lauritas, existen dos categorías de reliquias: "Unas son las reliquias de primer grado. Se llaman así las que son del cuerpo, un huesito, por ejemplo. Estas reliquias solamente se pueden manejar cuando hay un permiso especial de El Vaticano y con la supervisión del Arzobispo del lugar y las personas que delega".

La superiora agregó que desde que se empieza el proceso de canonización de Siervos de Dios, ya todo lo que se relacione con su propio cuerpo y con lo que la persona ha tocado o usado se convierte en reliquia. "En el caso de la Madre Laura, las reliquias de primer grado incluyen su tumba. A esta reliquia le falta una costilla, la que se conoce como costilla flotante o falsa, que fue lo primero que pidieron de Roma cuando la beatificación, para que a partir de ella pudieran elaborar las reliquias de primer grado".

En un espacio especial en El Vaticano, la costilla es dividida en pequeñas partes. Las primeras se reparten así: una para el Santo Papa y otras para algunos cardenales muy cercanos del proceso. "En el caso de la Madre Laura le preguntaron a la Superiora de ese momento qué quería y ella pidió una pequeña reliquia para cada casa de la Congregación, petición que fue concedida. Estas reliquias se entregan con el certificado de que son de primer grado", agrega la hermana Ayda. Quedan otras pequeñas para algunas personas que puedan ofrecer la garantía de que van a estar en un lugar de culto público.

Solo en la iglesia principal de Jericó existe una reliquia diferente, por ser la tierra natal de la beata. "Gracias a los oficios del Obispo de Jericó en el momento de la beatificación de la Madre Laura, le dejaron ese pequeño huesito que tienen exhibido en un expositorio en el templo, que usan cuando terminan las eucaristías para dar la bendición. Esta es una gracia particular que no se concede a ningún otro lugar".

Dignas de veneración se consideran también, en el caso de los santos, las cosas que estuvieron en contacto con la persona.

"Estas son las que se denominan reliquias de segundo grado, como las sábanas que usó, la almohada, la ropa de ella que se ha conservado en el cuarto de la Madre Laura, donde se tiene un hábito de cada momento -uno sencillo, otro de solemnidad, blanco con azul-. En Jericó también se conserva un hábito", precisa la Hermana Ayda.

Además de la ropa, también se tienen los juegos de sábanas (fueron varios porque al final de sus días, a raíz de la inflamación del sistema linfático, era preciso cambiarla en forma permanente a raíz del exceso de líquidos que exudaba). Las sábanas también se convierten en reliquia de segundo grado.

"Todo lo que ella usó se convierte en estas reliquias. Luego, cuando la sacaron de donde fue enterrada, esa maderita del ataúd que se encontró y que se conserva, se considera reliquia y hace parte de las que se difunden en las novenas. Son estos trozos pequeñitos a los que la gente les tiene mucha fe y con mucha razón porque han visto las acciones extraordinarias que llamamos milagros", puntualizó la hermana Ayda Orobio.

Hoy, durante la ceremonia de canonización el Papa Francisco recibió la reliquia de la Madre Laura.

"Se le entrega en un relicario que se mandó a hacer con la figura de un indígena, teniendo en cuenta esta predilección de la Madre Laura por la evangelización y la promoción integral del indígena. Es muy bonito, una obra de arte, donde se ve a un indígena que lleva como el relicario en las manos, donde está la reliquia".

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