Luego de la Constitución de 1991, Colombia logró escapar, al menos en la letra jurídica, del bipartidismo tradicional para darle alternativas de participación a minorías y nuevas propuestas que buscaron —y buscan— el aval democrático.
Sin embargo, las estructuras de los partidos Liberal y Conservador mantienen su fuerza porque, advierte el historiador Álvaro Tirado Mejía en su texto Colombia: Siglo y Medio de Bipartidismo, “se nutren con el mito de su origen: derivan éste de los héroes como si la conciencia de mediocridad, de vacilación y de falta de perspectivas de los conductores presentes, tuviera que ser legitimada originariamente por Bolívar y Santander”.
Aunque con la Carta Magna sí hubo una proliferación de partidos —se llegó a 70—, la politóloga Sandra López dice que también se brindó la posibilidad real de participar directamente en la toma de decisiones políticas, incluyendo medidas para lograrlo como el plebiscito, la tutela, las acciones colectivas y la revocatoria del mandato.
“Digamos que uno puede hacer varias consideraciones al respecto. Entre ellas está el abstencionismo, que es un gran limitante en eso de que verdaderamente se dé una participación directa y real”, dijo López.
El profesor Eduardo Pizarro habla entonces de un multipartidismo atenuado porque no hay completa “libertad” en tanto siguen operando los dos partidos históricos y sobre todo porque de esos dos partidos han derivado los demás y no ha surgido una tercera fuerza que pueda competir en franca lid.