Mi nombre es Israel Bluman Levy. Soy hijo de un sobreviviente de los campos de concentración de Auschwitz y Dachau.
Mi padre llegó a Colombia después de la guerra y se radicó en Medellín, ciudad de donde nunca quiso salir y la cual amó con toda su alma.
Nací en Medellín igual que mis hermanos, hijos y nietos. Me gradué en el Colegio Benedictinos de Santamaría, de lo cual me siento orgulloso ya que allí conocí a una de las personas que más influyó en mi vida: el Padre José María Berrío, quien me enseñó a respetar las creencias de los demás, me aconsejó a conocer mi religión y me dio las bases para saber compartir con los demás las diferentes creencias.
Es claro por mi nombre y mis apellidos, que soy de religión Judía, pero que esto no me quita el poder ser colombiano y sentirme como tal en cualquier lugar del mundo.
Quiero hacer esta pequeña introducción, para poder llegar al fondo de esta carta con el fin de criticar de la manera más educada el artículo que escribió el pasado 28 de abril el señor Yohir Akerman sobre el Papa Juan Pablo II.
Aunque el apellido Akerman es de ascendencia judía, no creo que este señor lo sea como expresaron varios lectores en sus comentarios. Tampoco creo que represente lo que la comunidad judía del mundo piensa sobre el pontífice.
El Papa Juan Pablo fue y será un ser humano del que emanaba amor, humildad, transparencia y respeto a toda la humanidad, sin importar la fe que cada uno profesara. Solo por eso y sin meterme en temas de milagros o en los problemas de la institución católica, merecía el título de Santidad.
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