Una evaluación de la vitalidad de la democracia liberal en el hemisferio requiere tomar en cuenta la perspectiva histórica, la heterogeneidad de América Latina y la influencia del entorno internacional. Con relación a la situación que prevalecía en los años setenta, puede afirmarse que ha habido una mejoría significativa. En aquella época, Brasil, Perú y los países del Cono Sur estaban sometidos a dictaduras militares; México padecía la dictadura disfrazada del PRI; y Cuba contaba con el apoyo económico del bloque soviético. Los regímenes democráticos en Costa Rica y el norte de Sur América constituían casos excepcionales dentro de un panorama regional sombrío.
Varios factores ayudan a poner en contexto los cambios que han ocurrido desde entonces. América Latina se benefició de la ola democratizadora mundial de los años ochenta, la cual se acentuó con la caída del Muro de Berlín y el subsiguiente colapso del comunismo. Siguiendo los ejemplos de España y Portugal, se hicieron transiciones democráticas en Brasil, Perú y los países del Cono Sur. México puso fin a la hegemonía del PRI. Desprovista del apoyo soviético, la dictadura cubana, luchando por sobrevivir, tiene menos capacidad para emprender aventuras externas.
Así como la Segunda Guerra Mundial eliminó el fascismo como alternativa viable al sistema democrático de gobierno, algo similar ocurrió con el comunismo luego de la desaparición de la Unión Soviética. Los partidos comunistas europeos han tenido que repudiar el leninismo y la dictadura del proletariado como señal de que aceptan acogerse a las reglas de juego democráticas. Los movimientos que conspiran contra la democracia liberal en América Latina carecen de un marco ideológico respetable. Por ese motivo acuden al caudillismo, la desgastada modalidad emblemática del atraso ibérico y latinoamericano.
A pesar del auge que está adquiriendo el caudillismo en varios países de la región andina, hay razones para cuestionar las posibilidades de éxito de esta patología política a mediano plazo. Estudios comparativos acerca de la relación entre desarrollo económico e instituciones políticas encuentran que, salvo el caso especial de los estados petroleros, los sistemas de gobierno democrático tienden a arraigarse en los países que han alcanzado un nivel de ingreso por habitante no inferior a US$ 7.000. La experiencia reciente de América Latina confirma ese resultado.
El entorno internacional que cuenta para América Latina, el del mundo occidental, es hostil a las modalidades autoritarias de gobierno. Los acuerdos comerciales y diplomáticos con las naciones industrializadas de Europa y Norteamérica contienen cláusulas democráticas, implícitas o explícitas. Los países que aspiran a ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, deben aceptar los siguientes principios fundamentales: la democracia basada en el Estado de Derecho; el respeto a los derechos humanos; la adhesión a una economía abierta y transparente; y el compromiso con un desarrollo sostenible.
La razón de ser de los movimientos caudillistas, y su principal aglutinante, es la perpetuación en el poder del dirigente. El culto de la personalidad constituye su rasgo distintivo. La siguiente cita ilustra un caso en el cual la enfermedad hizo metástasis: 'Los hombres no son indispensables. Pero Trujillo es irremplazable. Porque Trujillo no es un hombre. Es una fuerza cósmica? Él pertenece a la categoría de los nacidos para un destino especial'. La Nación.
Una sociedad que desee preservar las instituciones democráticas debe colocarse en estado de alerta cuando su gobernante empieza a recibir calificativos tales como líder supremo, inteligencia superior y mariscal imbatible. Porque lo que está de por medio con el surgimiento del caudillismo como forma de gobierno es nada menos que la libertad.
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