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Los obedientes

  • Ana Cristina Restrepo Jiménez | Ana Cristina Restrepo Jiménez
    Ana Cristina Restrepo Jiménez | Ana Cristina Restrepo Jiménez
08 de marzo de 2011
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Para Marco y Cipriano, mis hijos:

Que ningún tipo nos puede levantar la mano; que no estamos solas; que debemos recibir la rosa por el Día de la Mujer y abanicar las pestañas con un dulce "gracias" sin reparar en las espinas.

En estos días saturados de historias pavorosas de violencia contra la mujer, mientras oigo en la radio una cuña de máquinas de afeitar -que, ¡sorpresa!, rifa una cita con una modelo famosa-, pienso en los hombres: en su esclavitud, en su obligación de ser "bien machos" y encajar en el prototipo avalado por la sociedad (integrada por mujeres y hombres, no sobra recordar).

Tengo en mente a los obedientes. Pero no a los dóciles, sometidos a las exigencias de su tiempo. Hablo de los que entienden que el ser humano nunca termina de formarse y prefieren obedecer a sus ecos internos... rebelarse ante el dictador de turno (llámese mercado, medios de comunicación, o presión social).

Aquellos que han advertido que la corbata es una soga que ahorca len-ta-men-te:

"No preocuparse, y esperar un día u otro liberarse de la miseria: ¡pura ilusión! Yo me consideraría muy dichoso trabajando por una pensión mezquina, en la tranquilidad de mi taller, toda la vida". Carta de Vincent Van Gogh a su hermano Theo, agosto de 1888.

Quienes no temen buscar:

"(?) le ruego con toda humildad que me siga queriendo un poco, y entretanto acepte con amor estos pobres deseos de felicidad, hasta que en el armario estrecho y pequeño de mi Razón haya nuevas gavetas, en las que pueda meter la razón que aún tengo la intención de adquirir. beso a mi papá 1000 veces las manos, y quedo hasta la Muerte".

* W. A. Mozart a su padre en el día de su cumpleaños, noviembre de 1777.

Los que se resisten a repetir las palabras de Lope de Vega o de Neruda. (Y aciertan a dar de baja la "Táctica y estrategia" de Benedetti? ¡harta de tantas batallas!).

Los dueños de su boca:

"(?) Me gustaría ser más inteligente o más certero, escribirte cartas maravillosas. Debo resignarme a conjugar el verbo amar, a repetir por milésima vez que nunca quise a nadie como te quiero a ti, que te admiro, que te respeto, que me gustas, que me diviertes, que me emocionas, que te adoro. Que el mundo sin ti, que ahora me toca, me deprime y que sería muy desdichado de no encontrarnos en el futuro [?]". Adolfo Bioy Casares a Elena Garro, publicada -que no escrita- en septiembre de 1997.

Quienes pueden encontrar sus propias definiciones sin acudir a diccionarios:

"El valor de un ser humano estriba en que contiene todo cuanto ha experimentado y experimentará, las lenguas que ha hablado, los seres humanos cuyas voces ha oído". "El juego de ojos"; Elías Canetti.

En fin, aquellos que no tienen que examinar un manual de ética para confirmar que la compañía de otro ser humano no se compra con una cuchilla de afeitar.

¡Los que no ceden ante el Poder!

Esos que desde niños obedecen a sus raciocinios -a veces frágiles, inseguros- y a los impulsos de su espíritu? y desacatan la voz de mamá: porque presienten que ella no siempre tiene la razón.

* Fiel al texto original

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