Tecnóloga en carpintería, procesos productivos y coordinación de ventas; boxeadora, practicante de jiu jitsu brasileño, muay thai, judo, lucha greco romana, y artes marciales mixtas. Y, además, cantante en ciernes como que fue finalista del concurso Mujeres Talento de la Alcaldía de Medellín en 2005. Fue jugadora de fútbol, atleta y levantadora de pesas.
En sus 57 kilos de peso, sus 26 años de edad y sus 1.68 metros de estatura se conjugan, al decir de quienes la conocen, una gran fuerza interior, talento, voluntad, resistencia, un corazón de guerrera y don de gentes. Habla hasta "por los codos", es perseverante y agradecida de Dios y de quienes le han ayudado a salir adelante.
La historia de Marcela Yineris Nieto es la misma de miles de colombianos que han tenido que huir de su pueblo natal arrinconados y desplazados por la violencia. Calcalda.
Cuando tenía cinco años de edad, ella, su mamá -Carmen Elisa Vasco, fallecida el año pasado- y sus hermanos mayores -Nelson y Malena- dejaron El Bagre tras el asesinato de su padre -Julio Manuel Nieto- a manos de grupos irregulares.
Con escasas pertenencias, la ropa y solo lo necesario para vivir, se asentaron en las laderas montañosas del Oriente de Medellín y en una humilde vivienda, a escasos metros de las antiguas letras de Coltejer, empezaron a hacer una nueva vida gracias al esfuerzo de su madre que buscó y halló trabajo en casas de familia realizando oficios varios. "Fueron años muy duros; mi mamá nos levantó; por eso siempre le agradezco y lo que yo haga se lo dedico".
Toda su infancia, Marcela la vivió en Enciso, corría y se divertía, jugaba fútbol y se "coliaba" en los buses para ir a estudiar en la Institución Luis Carlos Galán, donde maestros y compañeros conocieron de su amor por el deporte y el canto.
Otras prácticas
Del fútbol pasó a las pesas. Quería coger algo de musculatura y llegó al gimnasio de la Liga. Sin embargo, reconoce que lo hizo porque su novio practicaba este deporte. Y se quedó algún tiempo, incluso llegó a integrar una Selección de Medellín, hasta que se aburrió. "La rutina y la metodología la impulsaron a dejar este deporte", cuenta David González, su tutor y entrenador hoy de artes marciales mixtas, deporte al que llegó en 2013 y del que dice estar plena.
Luego fue lucha, solo porque, algún día, Óscar Muñoz, el entrenador en Antioquia, le insistió: "mija, usted tiene cuerpo y condiciones para practicar la lucha, venga que aquí le perfeccionamos el estilo".
Tentada por la oferta, y justo el primer día que llegó a probar suerte, fue "levantada" por uno de los muchachos con los que se midió. Le dieron una muenda, reconoce. Salió adolorida y perdedora, aunque no dio el brazo a torcer y mantuvo la idea de aprender lucha a la par que el boxeo.
A Francisco Calderón, excampeón aficionado de Antioquia, hoy entrenador, se le ocurrió la maravillosa idea de hacerla peleadora. "Si sos capaz de pegarle al saco, también de guantear y boxear", la retó él.
Ella, obediente por demás y sin oponerse, llegó al módulo a emprender la que sería su carrera aficionada y que la marcaría en forma definitiva. Y nuevamente lo hizo porque "quería tomar forma física". Fue en 2010. El ritmo fue rápido y así mismo su aprendizaje, incluso, liándose a golpes con los hombres en el tinglado, cuenta Camilo Novoa, otro de sus entrenadores. Esta vez no tuvo disculpa para retirarse ni aburrirse aún cuando, tres años después y "sin justa causa" -dice- no la dejaron pelear en los Juegos Nacionales, porque Antioquia no se había ido a un torneo clasificatorio previo.
Lo que más le dolió fue que lo perdió todo: meses de entrenamientos rigurosos, peleas, madrugadas al gimnasio, aspiraciones de medalla y hasta el trabajo que tenía como auxiliar administrativa en un centro de servicios automotriz, al que debió renunciar por el viaje. Hoy lleva 20 peleas aficionadas con solo dos derrotas.
La vida, no obstante, le tenía otra sorpresa. "El año pasado mi profesor hoy -David González - conoció de mis condiciones boxísticas y me ofreció la oportunidad de entrenar muay thai que, dizque porque tenía todas las características". En principio, admite, sintió temor pues nunca había pensado en eso ni conocía de esta práctica. "Pero qué va, yo soy echada pa"lante y acepté, no sabía nada de pelear con piernas y pies pero fui aprendiendo de a poco. Patear, para mí, era fútbol".
David recuerda que Marcela entró rápido en el cuento, cogió las técnicas y se encarretó. De ahí que, debido a su talento, su ingenio y al don natural que la acompaña, dio el salto directamente al profesionalismo, sin necesidad de hacer pleitos aficionados. Incluso la prueba de fuego le llegó en un santiamén cuando la empresa Fight Night le ofreció una pelea en Bogotá que la tomó por sorpresa, porque tenía que combatir el mismo día que se la anunciaron.
"Aceptarla era descabellado ya que en la noche teníamos que estar en Bogotá". Y lo hizo. De la terminal pasó al coliseo donde estaba prevista la velada de marciales mixtas. "Fue tan duro que, al llegar al coliseo, quise descansar un poco y no había donde hacerlo; me tocó debajo de un lavamanos, con la maleta de almohada". Y eso no fue nada, a la hora de subir a la jaula se encontró con una rival que le superaba en 14 kilos.
"Aún así le ganó por nocaut en el tercer round", cuenta David, quien la asistió. "Pese a lo nueva que está en la práctica, Marcela es un fenómeno, cuando se ve limitada en las peleas saca amor propio para superar los momentos más difíciles. En la jaula se transforma", a pesar de su aspecto físico, a su tranquilidad y afabilidad, que incluso ha sido tema de conversación entre boxeadores, como Yineth Álvarez -la hija pugilista del fallecido excampeón mundial Elvis Álvarez -, para quien la figura de Marcela no infunde temor. Solo que cuando compite es una fiera leona.
Ímpetu, talento y corazón de guerrera para convertirse en la primera y única colombiana en combatir fuera del país, contratada por el SFC Striker Fighting Championship -la empresa más importante del país en artes marciales mixtas- y luego, este año, por la XFC -Xtreme Fighting Championship- de Brasil, para dos peleas, una de ellas la semana que viene.
La visión de esta guerrera del cuadrilátero y la jaula es sencilla: seguir en el boxeo -porque quiere ser campeona mundial- y en las marciales. "Aspiro que en uno o dos años pueda firmar un contrato para ir a los grandes escenarios de MMA -artes marciales mixtos- de E.U. Son mis sueños y con la ayuda de Dios lo voy a lograr. Si Él me dio estos dones, es porque algo me tiene reservado".
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