Son sus dedos los que les dan a los teclados en la música de los Fabulosos Cadillacs. Es Mario Siperman, está con los Fabulosos desde su fundación, en 1983, cuando el mundo aún estaba partido en dos bloques y la sombra de la Operación Cóndor todavía se sentía en América Latina.
Ahora vuelve con la banda, para presentarse en el Estéreo Pícnic, en Bogotá.
¿Cómo ha sido esa dinámica de irse y volver que tienen los Fabulosos?
"La verdad en nuestro caso es algo bastante natural. Llevamos 30 años tocando juntos. Es verdad que paramos unos cuatro o cinco años, para más que una disolución fue parar, descansar, darse cuenta de cómo queríamos que fuera la banda que es como es ahora: unos amigos que disfrutamos de tocar".
¿De dónde se nutre esa mística que tienen como banda?
"Nosotros básicamente hicimos lo que se nos dio la gana. El año pasado nos juntamos para hacer 10 conciertos y cada uno lo hicimos como si fuera un debut y cada uno fue una ceremonia. De esa manera podemos tener un momento preciso de cada show y pasarla muy bien tocando nuestras canciones".
¿Esa es la clave para permanecer vigente?
"Sí. Lo que pasa es que la industria, la gente, te hace creer que tenés que hacer todo ya. Y creo que terminás haciendo cosas que no tienen ningún sentido".
¿Ve una decadencia del rock en español, más hecho a las carreras?
"En realidad creo que no hay una decadencia. Solo creo que la punta del iceberg que vemos y escuchamos en la tele o la radio es una nieve un poco sucia. Pero abajo, de una manera más oculta, si indagás y no vas a lo fácil, encontrarás muchísima música y un montón de bandas increíbles. Eso sí, las compañías discográficas cada vez arriesgan menos y eso que nunca arriesgaron mucho".
¿Hay que desconfiar un poco de la gran industria?
"Cada uno debe más bien seguir la ruta que más le conviene o que más le guste. Hoy en día hay que prestarle atención al boca a boca, también".
¿Es música para poca gente?
"Sí y no. Hay grupos y bandas independientes que igual llenan estadios. Son grupos que conservan el espíritu original del rock, que es combativo, que va contra lo establecido, que la industria se ocupó de comérsela. En mi caso, que tengo 50 años, cuando empecé a escuchar música pensaba: qué bueno va a ser un día que llegue un presidente en algún país que escuche a Jimi Hendrix, el mundo va a ser mejor. Y ya ves, capaz que los presidentes de hoy oyeron a Jimi Hendrix y el mundo no resultó ser mucho mejor".
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