Muchos han calificado la decisión del presidente Santos de entregar 100.000 viviendas gratuitamente como populista, argumentando que ha dado esta noticia en un momento de poca favorabilidad, según las encuestas.
Otros, han aplaudido la decisión diciendo que ya era hora de favorecer a los más pobres con el crecimiento de la economía. Más allá de expresar una reacción a la noticia, lo que hace falta es un análisis sobre las consecuencias del ambicioso proyecto.
Celebro la actitud de los gobiernos que enfocan buena parte de su gasto público en el mejoramiento de condiciones de vida de los más pobres de la sociedad. Soy partidario de la intervención del gobierno en los lugares más olvidados y necesitados del país, siempre y cuando se busque generar oportunidades y posibilidades de desarrollo para las personas, no cuando simplemente se llega a regalar y apagar incendios sociales con medidas inmediatistas. En esto radica mi crítica a la nueva política de vivienda de Santos, en la gratuidad.
Tradicionalmente se conoce en ciencia política al gobierno grande, como aquel que se involucra demasiado en asuntos económicos, civiles y que, en general se hace responsable del "bienestar común". La decisión de entregar 100.000 viviendas gratis a los pobres es de un gobierno grande.
Frederic Bastiat , político y gran teórico económico del siglo XIX, dice en su obra insigne "La Ley" que, cuando el gobierno es demasiado grande y considera que su propósito es involucrarse en todas las esferas de la actividad humana, entonces llegará un momento inevitable en el que éste no pueda cumplir con todas estas obligaciones y al final la gente entrará en un estado de descontento profundo que conducirá a esa sociedad a una revolución.
En lo anterior radica la preocupación con el plan de vivienda de Santos. El gobierno regalará vivienda a unos cuantos de muchísimos pobres, una pregunta clave es: ¿qué criterio utilizará para darles vivienda a unos y a otros no?
El nuevo Ministro de la Vivienda, Germán Vargas Lleras, dijo que esta política de entrega gratuita de casas será de largo alcance; es decir, estas 100.000 nuevas viviendas sólo será el inicio de una nueva política pública. La preocupación es entonces: si la gente se acostumbra a un gobierno que satisfaga sus necesidades básicas de manera gratuita, ¿qué pasará cuando deje de hacerlo por incapacidad o simplemente por que llegue otro gobierno diferente que no comparta las políticas del anterior?, ¿levantamiento, revolución, violencia?
La política del regalo gratuito es insostenible. Nada se gana con darle un espacio para vivir a una familia si no se generan condiciones para que puedan desarrollarse y salir de su condición de pobreza. Regalar vivienda es una medida inmediatista que apaga un pequeño incendio pero empieza otro. Hoy se regala vivienda, y ¿mañana qué será? Más allá de si es populista o no esta decisión, que en últimas es lo de menos, lo importante es debatir y dar soluciones reales y definitivas, no de corto plazo, a la pobreza en Colombia.
Post Scriptum: Espíritu derrotista de la Canciller de Colombia en declaraciones sobre litigio con Nicaragua por San Andrés, Providencia y Santa Catalina. La batalla también se gana con el discurso.
@FedericoHoyos
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