El Mundial Sudáfrica 2010 le dejó a Blatter una amarga lección: después de que asegurara a la prensa que el fútbol no podía alterar su esencia de juzgamiento estrictamente apegado a las decisiones de los árbitros, el repaso de varios videos del gol lícito anotado (y no validado) del volante inglés Francesco Lampard, contra Alemania, cuando el partido iba 2-1 a favor de los teutones, llevó a que el "todopoderoso" Blatter aceptara buscar medios tecnológicos para evitar injusticias tan evidentes.
Un gol en las grandes ligas del fútbol, en momentos decisivos, puede alterar la historia del deporte más popular y apasionante que haya conocido la humanidad. Otras competiciones como el tenis y el baloncesto ya habían incorporado exitosamente la tecnología a sus parámetros de juzgamiento.
Celebramos que en Brasil 2014 haya entrado en acción el Goal-Control 4D. Se trata de un equipo que permite al árbitro superar las limitaciones propias del campo y velocidad de visión del ojo humano. Una herramienta que instala siete cámaras en torno a cada arquería (14 por estadio) y que permite procesar 500 imágenes por segundo, contra las 16 que registra el ojo humano. Si el balón entra, los relojes ajustados al sistema, que portan en sus muñecas los cuatro jueces, vibran solo un segundo después.
Ya hubo un primer episodio en el cual se impidió la ocurrencia de un "gol fantasma". Un remate del delantero francés Karim Benzema pegó en el palo y luego atravesó el arco hasta las manos del portero hondureño Noel Valladares, quien erró al atraparlo y lo pasó de la raya de gol. El sistema permitió validar el tanto.
Las nuevas tecnologías, en este caso para dar mayor rigor al juzgamiento del fútbol, deben incorporarse con el ánimo de corregir lo que de buena fe (o mala fe, en el peor de los casos) pueda sancionar incorrectamente un árbitro. Si la Fifa ha defendido su lema de "juego limpio" durante los últimos 20 años, lo cual se refiere a eliminar las actitudes ventajosas o violentas de los jugadores dentro del campo, no se entendería que, apoyado en estas supercámaras que se garantizan seguras al cien por ciento, el arbitraje no eleve sus estándares de calidad.
Resulta contradictorio que personajes de la talla de Michel Platini, exseleccionado de Francia y presidente de la UEFA, se resistieran por tanto tiempo a mejorar el trabajo arbitral: "solo creo en la vista humana y no creo en la tecnología. Puede ser que ya me haya hecho viejo", decía hasta el año pasado. Según Joseph Blatter, Platini era el único que se resistía al uso de nuevas tecnologías en el fútbol, ya que jugadores, árbitros, ligas y federaciones estaban a favor.
La reciente historia de Brasil 2014 está demostrando las bondades y eficacia de esos recursos. La evolución humana y sus logros tecnológicos, aplicados con el interés de mejorar los resultados de sus actividades (incluido el deporte), están al orden del día.
Que Brasil sea el escenario para que sobre el nuevo campeón mundial y los finalistas no recaigan dudas respecto de la trasparencia de sus victorias. Si el gol es la esencia del fútbol, pues qué bueno que esa esencia no se vea pervertida por un punto de vista equivocado.
NO SE PUEDE PERMITIR QUE LA TECNOLOGÍA REMPLACE AL ÁRBITRO
Por OCTAVIO SIERRA
Exárbitro Fifa de Colombia en competiciones internacionales
En este Mundial, la Fifa utiliza esa tecnología, pero solo para los arcos. Es decir, para saber si la pelota entra o no totalmente. Vimos el episodio Francia-Honduras, en el gol de Benzema.
Primero se reportó que no era gol, pero dos segundos después que sí lo era. La primera parte de la jugada mostró que no entró. Después, sí. Es la dificultad para asimilar, en principio, cómo está programada la tecnología. La Fifa juzgó que era un autogol del portero, pero yo, basado en un boletín de Fifa de 1981, digo que es gol del atacante, porque es una continuidad de la misma acción.
Habrá que hacer cambios fundamentales en las leyes, porque, según la Ley 5, es el árbitro el que tiene los poderes para juzgar las diferentes acciones del partido. La esencia del fútbol es la controversia, quiero decir, la apreciación. Una jugada se puede ver de una manera o de otra. Unos la ven con el corazón, otros con la razón.
Al fútbol no se le puede quitar esa esencia. No podemos permitir que la tecnología tenga tal preponderancia que termine por reemplazar al árbitro. En el caso de la raya de gol, sí. Pero más allá, no, porque debe prevalecer la apreciación del juez, no la de los técnicos, los hinchas o la prensa. Si no, sería como pasa con los norteamericanos: sentarnos a comer crispetas y a esperar que una máquina diga qué pasó.