Las tres últimas alcaldías han buscado convertir la ciudad en una ciudad espectáculo como la llamó el arquitecto Alejandro Echeverri (el colombiano 21/4/2014), con obras sobredimensionadas como el puente de la calle 4 sur o construidas con prisa y deficientes como la biblioteca España o innecesarias y alejadas de las más urgentes necesidades de la ciudad como el parque lineal del río. Ante estos hechos, deberíamos hacer un alto en el camino para preguntarnos con sinceridad si esa es la ciudad que queremos y soñamos, una ciudad llena de premios, pero agobiada por un tráfico desordenado, por la inseguridad y atiborrada con construcciones que la convertirán en el nuevo Sao Pablo, llena de rascacielos, llena de gente, pero invivible.
El arquitecto y futurista R. Buckmeister Fuller, consciente de lo limitado de los recursos naturales y económicos, propuso lo que llamó la efemeralización, que no es otra cosa que "Hacer más con menos (doing more with less)". Al abandonar el señor alcalde la austeridad y la eficiencia y obrando en contra de este principio con proyectos como el parque lineal del río, Medellín podría hacerse acreedora a un nuevo premio por "Hacer menos con más", al invertir los enormes recursos que recibe, en obras suntuosas y no prioritarias. La inquietud acerca de la limitación de los recursos es mundial y, al respecto, acaba de ser publicado en Alemania el libro "El arte de las pequeñas soluciones", en el que se anima a las personas a resolver con soluciones austeras y eficaces, la complejidad de los problemas que plantea el mundo de hoy.
En estas circunstancias, y luego de malgastar los recursos en esas obras monumentales, no es una sorpresa que el municipio deba recurrir a cobrar nuevos impuestos a los contribuyentes mas cumplidos del país, como el injusto impuesto de valorización, próximo a ser derramado.
Antes de terminar, debo levantar mi voz de protesta, pues entre esas obras innecesarias, hay una que es infame y es la promocionada pintura de las fachadas de las casas en los barrios populares, casas sin ninguna resistencia sísmica, que aún con fachadas coloridas, representan un grave riesgo para quienes las ocupan, situación ante la cual, la administración municipal, sin sonrojarse, hace caso omiso de lo prescrito en la Ley 1523 ( Sistema Nacional de Gestión del Riesgo), que le indica que debe tomar medidas para reducir el riesgo de este tipo de edificaciones, antes que pensar en embadurnarlas con colores vistosos.
Para evitar lo que puede llegar, ojalá nos sirviera de ejemplo la tragedia sísmica ocurrida en Haití en 2010, en la que me correspondió participar con un puñado de especialistas que diseminados por el mundo, en un trabajo voluntario y maratónico, y utilizando metodologías de teledetección, entregamos la información para que en dos días, el Instituto de Investigaciones Sísmicas de los Estados Unidos, determinara la real magnitud de esa tragedia, que en segundos, y por casas sin ninguna resistencia sísmica, dejó trescientos veinte mil muertos y 13.000 millones de dólares en pérdidas.
Acercándose el final de esta alcaldía, valdría la pena tener en cuenta que nuestro próximo alcalde debería ser una persona que pusiera por encima de la lisonja, estos conceptos de austeridad y eficiencia, en otras palabras, el concepto de la efemeralización.
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